"Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos y rico" El nombre Zaccai significa puro, aunque no era así como lo veían los demás, ni él mismo se consideraba menos pecador. A pesar de todo "Intentaba ver a Jesús para conocerle, pero no podía a causa de la muchedumbre, porque era pequeño de estatura". Los motivos para querer ver a Jesús pueden ser muy variados. Es posible buscarle porque se piensa que es el Mesías; cabe pensar simplemente que es famoso, y sentirse aguijoneado por la curiosidad; y puede ser también que le moviesen los milagros que, según decían, que hacía; quizá simplemente fue porque todos iban.
No lo sabemos, pero el caso es que fue al encuentro con Jesús, y lo encontró, no sin dificultades. "Y, adelantándose corriendo, subió a un sicómoro para verle, porque iba a pasar por allí". La situación tiene algo de ridícula aunque refleje también el interés por ver al Señor a pesar de los obstáculos, en este caso materiales. "Cuando Jesús llegó al lugar, levantando la vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me hospede en tu casa".
La sorpresa de Zaqueo y todos es grande; primero por lo inesperada, después porque los publicanos eran rechazados por los cumplidores de la ley, al considerarlos pecadores. A la sorpresa sigue la acción, y Zaqueo "bajó rápido y lo recibió con gozo". Zaqueo sorprendido piensa: “me tiene en cuenta, no me rechaza, es mi amigo, es verdad lo que decían de él”, y el gozo de la amistad le va acercando a la conversión.
Y, como tantas veces, muchos critican, "al ver esto, todos murmuraban diciendo que había entrado a hospedarse en casa de un pecador". Zaqueo el publicano no hace caso a las críticas y Jesús tampoco. Están a gusto. Entonces "Zaqueo, de pie, dijo al Señor: Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres y si he defraudado en algo a alguien le devuelvo cuatro veces más". Es la conversión de un hombre práctico y acostumbrado a los juegos del dinero.
Su punto flaco era la justicia, pero ha entendido que la conversión es, ante todo, una cuestión de amor, una decisión de la voluntad, y se mueve con caridad dando con generosidad, de lo legítimamente ganado a los pobres y a los necesitados. La reacción de Jesús es de gozo grande: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán; porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido" (Lc). Y la comida se convierte en una fiesta, preludio de la de la vida eterna para los que se convierten. A Zaqueo no le duele que se enflaquezca su bolsa, que ahora ya no le pesa como un fardo en la conciencia. Ahora es libre con la libertad de los hijos de Dios.
El espíritu de pobreza es, ante todo, estar desprendido de los bienes de la tierra; también llevar con alegría las carencias. También aquellos que tengan bienes en abundancia deben saber ser pobres; en estos casos además de la sobriedad se debe saber dar para llenar de caridad la tierra, sembrando el bien.
Enrique Cases, Tres años con Jesús