Poco después de traspasar la puerta de los Leones en la ciudad vieja de Jerusalén, en el interior del barrio musulmán, a la derecha se puede entrar en el silencioso y discreto lugar que acoge la iglesia de Santa Ana.
El santuario custodia la piscina probática de Bethesda, donde Jesús llevó a cabo su primer milagro en Jerusalén curando al paralítico, y la casa de Joaquín y Ana, lugar en el que, según una tradición, se venera el nacimiento de la Virgen.