Valorizar, en vista del Jubileo, las peregrinaciones a las catacumbas cristianas, en particular a las tumbas de los mártires, signo de esperanza y de vida. Este es el mensaje de Francisco contenido en su discurso de esta mañana a los participantes en la reunión plenaria de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra. Estos lugares, de hecho, son cementerios, señaló el Papa, dormitorios, son testimonio, por tanto, de la espera de la resurrección.
El Papa Francisco recibió en audiencia a los miembros de la Comisión, encabezada por el presidente monseñor Pasquale Iacobone, custodios del patrimonio de fe y arte de las catacumbas cristianas de Italia, y mostró su aprecio por el compromiso de implicar especialmente a jóvenes estudiantes en la protección, investigación y restauración de estos lugares.
En este sentido, elogió, en particular, la creación de las Jornadas de las Catacumbas, que han fomentado la participación de familias y jóvenes en talleres educativos, la tematización en canales sociales, la concesión de becas y la colaboración con universidades.
También se están llevando a cabo diversos proyectos en diferentes regiones «que conducen a continuos e interesantes descubrimientos». Considerando que durante el Jubileoserán precisamente las catacumbas uno de los destinos más significativos, el Papa se detuvo destacando su evocación a la esperanza, hasta tal punto que se alinean bien con el tema del Año Santo. Y presentó algunos ejemplos:
Allí encontramos los numerosos signos de la peregrinación de los primeros cristianos: pienso, por ejemplo, en los importantísimos grafitos de los llamados triclia de las catacumbas de San Sebastián, la Memoria Apostolorum, donde se veneraban juntas las reliquias de los apóstoles Pedro y Pablo. A continuación, descubrimos en estos caminos los símbolos y las representaciones cristianas más antiguas, que dan testimonio de la esperanza cristiana.
En las catacumbas, todo habla de esperanza: de vida más allá de la muerte, de liberación de los peligros y de la propia muerte por obra de Dios, que en Cristo, el buen Pastor, nos llama a participar en la dicha del Paraíso, evocada con figuras de plantas exuberantes, flores, prados verdes, pavos reales y palomas, ovejas pastando... ¡Todo habla de esperanza y de vida!
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