Falta poco para el viaje. Con este saludo previo quisiera expresar mi cercanía, mi simpatía, mi buena voluntad. Mi deseo es estar con ustedes, compartir sus preocupaciones, manifestarles mi afecto y cercanía y alegrarme con ustedes también.
Quiero ser testigo de esta alegría del Evangelio y llevarles la ternura y la caricia de Dios, nuestro Padre, especialmente a sus hijos más necesitados, a los ancianos, a los enfermos, a los encarcelados, a los pobres, a los que son víctimas de esta cultura del descarte. El amor del Padre tan misericordioso nos permite sin medida descubrir el rostro de su Hijo Jesús en cada hermano, en cada hermana nuestra, en el prójimo. Solamente es necesario aproximarse, hacerse prójimo. Como Jesús le dijo a aquel joven doctor de la ley cuando le preguntó: ¿Quién es mi prójimo? Haz lo que hizo el buen samaritano, anda y haz lo mismo, acércarte, no pases de largo.
En este viaje visitaré tres naciones hermanas en esas tierras del continente americano. La fe, que todos nosotros compartimos, es fuente de fraternidad y solidaridad, construye pueblos, forma familia de familias, fomenta la concordia y alienta el deseo y el compromiso por la paz.
En estos días previos a nuestro encuentro, doy gracias a Dios por ustedes, y pido que sean perseverantes en la fe, que tenganel fuego del amor, de la caridad y que se mantengan firmes en la esperanza que nunca defrauda. Les ruego que unan sus oraciones a las mías para que el anuncio del Evangelio llegue a las periferias más alejadas y siga haciendo que los valores del Reino de Dios sean fermento de la tierra también en nuestros días.
Que la Virgen Santa los cuide, como Madre de América, los cuide y que el Señor los bendiga. Muchas gracias, hasta prontito y, por favor, no se olviden de rezar por mí".