Hacer que el programa «vea» lo que el ojo no puede ni siquiera atisbar: en eso consiste la fórmula que puede abrir al conocimiento de los especialistas muchos de los misterios aún vivos sobre los rollos de Qumrán o de Herculano.
Hace casi medio siglo los arqueólogos encontraron un antiguo rollo carbonizado en el arcode la sinagoga de En-Gedi, en la orilla oeste del Mar Muerto. El núcleo del pergamino no podía abrirse ni leerse. Sus conservadores se limitaron a guardarlo, esperando que algún día aparecería una tecnología para hacerlo legible.
Es justo lo que han conseguido informáticos de la Universidad de Kentuckyen colaboración con expertos bíblicos en Jerusalén, al conseguir desplegar una imagen digital del rollo que ha resultado ser un fragmento del texto masorético de la Biblia hebrea, de casi dos mil años de antigüedad, una de las versiones más utilizadas. Se trata de los dos primeros capítulos del Levítico.
“Ni en nuestros mejores sueños pudimos pensar que obtendríamos algo de ahí”, confiesa Pnina Shor, directora del Proyecto Rollos del Mar Muerto en la Autoridad de Antigüedades de Israel, según recoge The New York Times. “Nunca hemos encontrado nada tan chocante como esto”, confirma Emanuel Tov, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, experto en los rollos del Mar Muerto: “Es la prueba más temprana de la precisión del texto medieval [masorético]”.
Esta nueva técnica puede pues abrir las puertas de los misterios que aún encierran Rollos del Mar Muerto o los 300 rollos de la ciudad de Herculano, sepultada, como Pompeya, tras la erupción del Vesubio en el año 79 dC.
El responsable del software que permite estos avances es William Brent Seales, un científico de la computación que ha trabajado trece años en ello.
Para poder desplegar virtualmente el rollo y poder leerlo había que identificar a qué vuelta del pergamino correspondía cada gotita de tinta. El doctor Seales consiguió en 2009 descubrir completamente la estructura de capas de algunos papiros de Herculano.
A partir de ahí, lo que hace su programa es crear un modelo de la superficie escrita del rollo en forma de una red de triángulos. Cada triángulo es luego deformado por el ordenador hasta que la superficie virtual descubierta encaja mejor con la estructura interna del rollo tal como resulta de su escaneo. Una vez asignado el lugar correcto a cada gotita de tinta, la computadora despliega la estructura tridimensional en una bidimensional para que se pueda leer.
La calidad de las imágenes ha sorprendido a los expertos lingüistas: “Buena parte del texto puede leerse tan bien como los rollos del Mar Muerto no dañados”, afirma Michael Segal, biblista de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien ha colaborado en el análisis del texto.
Su identificación con el Levítico demuestra la antigüedad de la versión. Donde el Carbono 14 hablaba del año 300 dC, el descubrimiento del texto lo anticipa hasta el siglo I, según Ada Yardeni, paleógrafa experta en documentos hebreos. La concordancia con las versiones medievales muestra una vez más la exactitud en la transmisión de los textos bíblicos.