Las vallas del pasillo central del aula de las audiencias fueron colocada más estrechas que nunca, para que entrase más gente y el Papa pudiese saludarles con mayor facilidad a su llegada. Después de escuchar a un matrimonio de padres y otro de abuelos de familias numerosas, Francisco se dirigió a los miles de niños presentes para preguntarles: «¿A qué hora os habéis levantado hoy?». Unos respondían a gritos y otros por señas, levantando los dedos de la mano.
Con una enorme sonrisa, Francisco les seguía el juego: «¿A las seis? ¿A las cinco? ¿Y no tenéis sueño?». Ensenándoles los cuatro folios que llevaba preparados les dijo: «¡Pues ahora con este discurso os haré dormir!». La broma desató otra oleada de risas y aplausos, en un clima de fiesta familiar.
El Papa comentó a los padres que «cada uno de vuestros hijos es una criatura única que no se repetirá nunca en la historia de la humanidad. Cada uno de vuestros hijos ha sido querido por Dios». Subrayando con fuerza que cada uno es un don, Francisco afirmó: «¡Un hijo cambia la vida! ¡Un hijo es un milagro que cambia la vida!».
En un homenaje a los más ancianos, que también eran muy numerosos, el Papa comentó que «los árboles dan frutos buenos cuando tienen buenas raíces. ¡Y las raíces son los abuelos!». No solo proporcionan «ayuda práctica», cada vez más necesaria, sino también «apoyo educativo», que es todavía más valioso.
En un cuadro más amplio, Francisco afirmó que «la familia humana es como un bosque en que los árboles buenos dan frutos buenos. Y las familias numerosas lo dan. Por eso son importantes». En una familia con abuelos, padres, hermanos y hermanas, todos aprenden a ser más generosos y a preocuparse por los demás.
Ese aprendizaje especial es beneficioso para la sociedad, y el Papa solicitó «mayor atención de la política y de los administradores públicos» para la familia, sobre todo teniendo en cuenta «la baja natalidad que se registra en Italia» y otros países europeos.
Según el Santo Padre, «toda familia es una célula vital de la sociedad, pero la familia numerosa es una célula más rica, más vital». El Papa recordó que san Juan Pablo II animaba a las familias a crear asociaciones nacionales e internacionales «para ser protagonistas de la política familiar» a los distintos niveles en lugar de «ser víctimas de males que se observan con indiferencia»”.
Francisco elogió la participación de muchas familias numerosas en movimientos eclesiales que, a su vez, refuerzan el sentido de familia. Y les informó que «en Nazaret se está construyendo una casa para recibir a familias venidas de todo el mundo» como peregrinas al lugar donde vivió durante unos treinta años la Sagrada Familia formada por Jesús, María y José.
El Papa se refirió con preocupación a «las familias afectadas por la crisis económica, en las que el padre ha perdido el trabajo y los hijos no lo encuentran».
Media hora después, durante el rezo del Ángelus desde el balcón del apartamento papal, Francisco pidió primero un momento de oración en silencio y después el rezo todos juntos de un Ave María «por las familias en dificultades: por enfermedad, por desunión…». Pidió también «un aplauso para todos los abuelos del mundo», entusiásticamente aportado por los peregrinos que llenaban toda la plaza de San Pedro y se extendían por las adyacentes.
El Papa hizo notar que «la familia de Nazaret es santa porque estaba centrada en la persona de Jesús», y aseguró que toda familia es santa cuando sus miembros se centran también en Dios. La santidad y el afecto familiar ayudan a «superar los momentos de dificultad, incluso dramáticos, como fue la huida a Egipto», unepisodio que ha comentado varias veces en los últimos días en sus cartas o llamadas telefónicas a refugiados de Irak y Siria.
Como tantas otras líneas evangelizadoras que caracterizan al Papa Francisco, el interés especial por las familias numerosas sigue una intuición certera de Pablo VI, quien dirigió un discurso a la Federación Italiana de Familias Numerosas en 1963.
Pablo VI fue beatificado por el Papa Francisco el pasado 19 de octubre, precisamente al término del Sínodo de la Familia. El Papa Montini fue pionero en muchos frentes, también el arquitectónico, y en 1964 encargó al arquitecto Pier Luigi Nervi construir una aula muy amplia y luminosa para celebrar audiencias dentro del Vaticano. Su capacidad es de 7.000 puestos sentados, y es el lugar donde el Papa Francisco recibió este domingo a las familias numerosas: su nombre es Aula Pablo VI.