CIUDAD DEL VATICANO, 29 DIC 2010 (VIS).-
Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general de los miércoles -la última del año-, celebrada en el Aula Pablo VI y a la que asistieron 8.000 personas, a santa Catalina de Bolonia (1413- 1463).
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En 1427, con catorce años, deja la corte para consagrarse a Dios en una comunidad de jóvenes muchachas. Dos años después la responsable del grupo funda un monasterio de agustinas pero Catalina y algunas otras prefieren seguir la espiritualidad franciscana transformando la comunidad en un nuevo monasterio de Clarisas.
"En esta fase de su vida -explicó el Santo Padre- son notables sus progresos espirituales, pero también son grandes y terribles las pruebas que debe atravesar. (...) Vive en la noche del espíritu, sacudida también por la tentación de la incredulidad en la Eucaristía. Pero después de tantos padecimientos, el Señor la consuela con una visión de la clara presencia real eucarística". También en otra visión Dios le revelará el perdón de sus pecados y Catalina sentirá con fuerza el poder "de la misericordia divina".
En 1431 la santa tendrá otra visión, esta vez del Juicio Final, que la llevará a "intensificar sus oraciones y penitencias por la salvación de los pecadores". "El demonio -dijo Benedicto XVI- continúa tentándola y Catalina se confía totalmente al Señor y a la Virgen María. En sus escritos nos deja algunas notas claves de esta lucha misteriosa de la que sale victoriosa con la gracia de Dios".
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"En el convento, Catalina, no obstante estuviera acostumbrada a la corte ferraresa, (...) cumple todos los servicios, incluso los más humildes, con amor y obediencia", observó el Santo Padre, recordando que la santa aceptó también por obediencia "el oficio de maestra de novicias, aunque pensaba que era incapaz de desempeñar ese encargo". Con el mismo espíritu aceptará el traslado a Bolonia como abadesa en un nuevo monasterio, aunque hubiera preferido terminar su vida en Ferrara.