“Desde los inicios de esta terrible guerra, nunca ha estado la situación en Alepo tan mal como ahora”, señaló el martes el religioso desde Alepo.
El P. Ibrahim lleva casi dos años en esta ciudad del norte de Siria, dividida entre el Gobierno sirio y los rebeldes. “Quien puede huir, huye. El domingo, las carreteras de salida estaban llenas de personas que abandonaban la ciudad. Los que se quedan son los más pobres, los que ni siquiera tienen dinero para ponerse a salvo. Nosotros ayudamos donde y como podemos. En parte, la gente vive en casas semidestruidas. Nosotros hacemos lo posible para repararlas y, gracias al apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada, proveemos a los necesitados de víveres, ropa, medicinas, productos de higiene y demás artículos de primera necesidad. Pero ahora realmente necesitamos toda la ayuda que podamos obtenerdel exterior, pues nos encontramos en una situación de necesidad extrema”.
El P. Ibrahim también observa cómo el sufrimiento psíquico de la población va en aumento: “Las crisis nerviosas son cada vez más frecuentes, y también hay se registran muchas enfermedades psíquicas a causa de la guerra. La miseria es enorme, pero yo doy gracias a Dios por poder, gracias a Su misericordia, ser un Buen Samaritano para todas estas personas necesitadas, e intento consolarlas con la Palabra de Dios y también con obras de misericordia corporales. Siempre resuenan en mis oídos las palabras del Papa Francisco relativas a mostrar a los hombres la ternura de Dios. Nosotros, los sacerdotes y religiosos, nos hemos convertido verdaderamente en padres o, mejor dicho, en madres de estas personas, pues intentamos como una madre vendar con ternura sus heridas”.
El P. Ibrahim compara la situación de los en torno a 50.000 cristianos que permanecen en Alepo con la de San Pablo en los Hechos de los Apóstoles. “San Pablo estaba con Silas por su fe en prisión, pero gracias a sus oraciones recobraron la libertad. Ellos convirtieron la terrible cárcel en un lugar de oración, y esto es lo que también los cristianos de Alepo debemos hacer. Por terrible que sea este lugar, debemos dar un testimonio cristiano y no pensar solo en nosotros mismos”.
Según el P. Ibrahim, la cruz que soportan estos cristianos es terriblemente pesada. “Pero con Dios, una comunidad también logra sobrevivir como nunca lo había presenciado antes. Mi fe y mi vocación sacerdotal han crecido en Alepo. Rezo mucho ante el tabernáculo para que el Señor nos ayude”.
El P. Ibrahim ha manifestado expresamente su gratitud hacia los bienhechores de Ayuda a la Iglesia Necesitada:“Sin vuestra generosidad, apenas estaríamos en condiciones de hacer nada. Tened la seguridad de que cada día las bocas de niños, necesitados y ancianos pronuncian oraciones para rogar a Dios que os bendiga por vuestra ayuda. Os rogamos que también recéis fervorosamente por nosotros, para que permanezcamos fuertes en la fe y en el amor, pues este conflicto supera nuestras fuerzas”.
Ayuda a la Iglesia Necesitada lleva años apoyando a los cristianos de Alepo. A través de nuestros socios de la Iglesia local apoyamos, entre otros, proyectos de distribución de ropa, víveres y medicamentos. Además, concedemos ayudas de alquiler y becas. Pero Ayuda a la Iglesia Necesitada también apoya a los cristianos sirios e iraquíes que se han visto obligados a huir de la guerra y el terror, y que viven desplazados en sus propios países o refugiados en los países vecinos.