Las fotos satelitales demuestran excavaciones y saqueos alrededor del edificio del siglo III que tiene un valor inestimable para la arqueología cristiana.
Después de 4 años de guerra y de abusos corremos el peligro de acostumbrarnos a las noticias sobre la destrucción del patrimonio histórico-arqueológico de Siria. Pero, en el último censo difundido al respecto hace algunos días por el Unitar (Instituto de las Naciones Unidas para la Formación y la Investigación) también hay una noticia muy grave para la arqueología cristiana: se confirma que entre los lugares gravemente dañados por la guerra y sus consecuencias está la “domus ecclesiae” de Dura Europos, es decir uno de los lugares de culto cristianos más antiguos que han sobrevivido hasta nuestros días. Se trata de un edificio que, en sí mismo, no es una verdadera Iglesia, sino una vivienda en la que durante la época helénica (antes del edicto de Constantino) los cristianos se reunían para llevar a cabo sus celebraciones, usando para el culto una habitación un poco más grande que las demás.
Dura Europos era una ciudad floreciente de la Siria Oriental y fue fundada por los Seléucidas, pero después fue abandonada a los embates de la arena del desierto en el año 256 d.C., después de la conquista de los persas. Una importante expedición arqueológica la desenterró de su sueño desértico en el primer tercio del siglo XX; fue bautizada como la “pompeya del desierto”. Entre los edificios descubiertos (además de una espléndida sinagoga con frescos) destaca el que se habría convertido en punto de referencia en las descripciones de las “domus ecclesiae” cristianas. La de Dura Europos contaba con un primer piso habitable, pero en la planta baja, alrededor del año 230 d.C., había una habitación en la que cabían alrededor de 60 personas y en la que se comenzó a llevar a cabo el culto cristiano. Lo indican los frescos que se encuentran en los muros: el Buen Pastor, la curación del paralítico y Jesús con Pedro caminando sobre las aguas. Vale la pena recordar que la idea misma de una Iglesia fuera de las viviendas se comenzó a afirmar después de que en 313 d. C. el emperador Cosntantino reconociera la libertad de culto para el cristianismo.
Este precioso testimonio de la historia de las primeras comunidades cristianas (conservado intacto por siglos entre las arenas del desierto) está sufriendo daños muy graves actualmente, debido a la guerra en Siria. Desde 2011 ningún arqueólogo ha logrado volver a Dura Europos, que se encuentra en la zona bajo el control de los rebeldes, quienes cada vez están más vinculados con el rostro intransigente del Califato. Se teme el destino del sitio arqueológico desde hace tiempo, pero ahora las fotos satelitales parecen dar cuerpo a estas preocupaciones. Las imágenes muestran la aparición de algunos huecos en el terreno que parecerían excavaciones para llevar a cabo saqueos en Dura Europos. Algunos, indican los investigadores del Unitar, se encuentran muy cerca del antiquísimo sitio de culto cristiano.
«Las paredes del edificio todavía resultan visibles, por lo que no ha sido destruido por completo», anotan. Pero según las fotos del satélite no se puede afirmar cuál es la situación dentro del complejo arqueológico.
Pero la última anotación del informe publicado es la que desata mayores preocupaciones: «Mientras al principio el saqueo de Dura Europos se atribuía, por lo menos parcialmente, a gente del lugar –explica la agencia de la ONU–, recientemente habría irrumpido una banda armada de alrededor de 300 personas (algunos incluso dicen que serían alrededor de 1000) que probablemente no son sirias». Una descripción que, de confimarse, indicaría una cosa muy clara: el Estado Islámico habría llegado al lugar y estaría explotando sistemáticamente este tesoro.