Este importante avance, que fue presentado en las instalaciones de la Custodia, estuvo a cargo del Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Roma “La Sapienza”, institución responsable de la dirección de estas excavaciones.
Los trabajos, iniciados hace dos años, han permitido obtener ya algunas conclusiones preliminares. Entre los hallazgos más relevantes, el comunicado oficial revela que el sitio se encuentra sobre una cantera antigua, cuya actividad transformó profundamente la roca subyacente a lo largo del tiempo.
Según los arqueólogos, las últimas extracciones en esta cantera se relacionan con la construcción del complejo paleocristiano, momento en que se comenzaron a erigir estructuras de culto. En un entorno donde el aprovechamiento agrícola de antiguas canteras era común, los investigadores han encontrado muros de baja altura, característicos de áreas dedicadas al cultivo en épocas posteriores.
Uno de los descubrimientos más notables es la identificación de una zona que, según las fuentes cristianas antiguas, habría albergado un templo de culto construido durante el gobierno del emperador Adriano.
Este espacio, de menor tamaño al que planteaban hipótesis anteriores como la del arqueólogo Corbo, probablemente no era el Capitolio romano, aunque parece haber cumplido la función de restringir el acceso a la tumba de Cristo, preservando así su recuerdo entre los primeros cristianos.
Para confirmar estas hipótesis, los arqueólogos tienen previsto continuar las excavaciones en la nave norte de la iglesia actual, lo que permitirá obtener evidencia adicional sobre la disposición y uso de este espacio sagrado en la época.
En otro de los hallazgos más significativos, los arqueólogos han constatado que a inicios del siglo IV, se llevó a cabo un extenso nivelado de la colina. Este proceso, aún visible en los estratos geológicos, dejó intacta una cámara funeraria que fue identificada como la tumba de Cristo, la cual fue revestida exteriormente para destacar su importancia en un proceso de monumentalización de la zona.
A partir de este momento, la estructura funeraria se habría convertido en un pequeño santuario de planta circular, con una antecámara y tres escalones en su acceso, rodeado de 12 columnas que definían su diseño arquitectónico. Al frente de esta construcción, un estilóbato (base continua) soportaba un pórtico, del cual solo se ha recuperado una parte.
La evolución de este espacio sagrado culmina hacia finales del siglo IV, momento en que se concluye la construcción de la Rotonda. Esta estructura monumental, junto con la Edícula (capilla que alberga la tumba), experimentaron modificaciones significativas para integrarse con la basílica de culto, a través de un sistema de pórticos o triportico. Las excavaciones actuales han revelado fragmentos del estilóbato en los lados norte, este y sur de este complejo, proporcionando información valiosa sobre la extensión y disposición del espacio litúrgico.
El Santo Sepulcro se configuró así en un complejo santuarial destinado a la veneración y culto cristiano, caracterizado por diversos espacios donde se desarrollaban distintas liturgias y peregrinaciones. Su estructura invita a los fieles a circular alrededor de los puntos de devoción, al tiempo que ofrece refugio bajo los pórticos, en un esquema arquitectónico que recuerda los santuarios precristianos. Este diseño no solo facilitaba el tránsito de los peregrinos, sino que también protegía los lugares sagrados.
Actualmente, se está llevando a cabo la documentación detallada de la basílica y de todas sus estructuras anexas, con el fin de establecer una conexión precisa entre los datos arqueológicos y las características arquitectónicas que todavía se conservan. Este trabajo de documentación también incluye el análisis de los materiales encontrados, los cuales proporcionan una oportunidad única para profundizar en la historia de la ciudad y del propio sitio sagrado.
La investigación en curso no solo contribuye a una mejor comprensión del contexto histórico del Santo Sepulcro, sino que también resalta la relevancia de la arqueología para la preservación y valorización del patrimonio religioso y cultural de Tierra Santa.
Este proyecto arqueológico, dirigido por la Universidad de Roma y supervisado por la Custodia de Tierra Santa, abre una nueva ventana a la historia temprana del cristianismo y del Santo Sepulcro, permitiendo a investigadores y fieles acercarse más a los orígenes y evolución de uno de los lugares más venerados de la cristiandad.