Las dos santas nacieron cerca de los años 268 y 270, respectivamente, en Sevilla (España), en el seno de una familia muy modesta pero de firmes costumbres y sólida fe cristiana.
Sus padres fallecieron cuando eran muy niñas, por lo que el Obispo de la ciudad, muy amigo de la familia, las solía visitar para animarlas a perseverar en la virtud y a que emprendieran un oficio que les sirviera para ganarse la vida honradamente.
Las hermanas empezaron a vender recipientes de cerámica, y para hacerse fuertes, solían asistir a misa y oraban durante largo tiempo.
Eran especialmente caritativas con los pobres, con los que eran muy generosas. Sin embargo, la mayor preocupación de ambas fue la conversión de los paganos. Rezaban constantemente por ellos y siempre que tenían ocasión la aprovechaban para anunciar el Evangelio y enseñar las verdades de la fe a los gentiles.
Un día durante las fiestas en honor de Venus, unas mujeres que recorrían las calles de la ciudad con un ídolo de la diosa Salambona en sus hombros, les pidieron a Justa y Rufina una limosna para la festividad y que adoraran al ídolo. Ambas se negaron y rompieron esta imagen, provocando la ira de los idólatras que se lanzaron contra ellas.
Diogeniano, prefecto de Sevilla, las hizo prisioneras, las interrogó y las amenazó con crueles tormentos si persistían en la religión cristiana. Por su parte, las santas se opusieron y afirmaron que ellas solo adoraban a Jesucristo.
"Eso que vos llamáis la diosa Salambona, no era más que un despreciable cacharro de barro cocido; nosotras adoramos al único Dios verdadero que está en los Cielos, y a su Hijo Jesucristo que se hizo hombre y murió por nosotros para salvarnos de nuestros pecados...", dijeron las santas.
Cerca del año 290, luego de muchas torturas Santa Justa partió a la Casa del Padre a causa del debilitamiento, mientras que Santa Rufina fue degollada por orden de Diogeniano.
A ambas santas se les nombró Patronas de Sevilla, y de los gremios de alfareros y cacharreros. Sus restos se veneraron en Sevilla desde el tiempo de su martirio hasta la llegada de los musulmanes en el 711, cuando fueron escondidos para su protección.
El siglo pasado sus restos fueron descubiertos en Alcalá de los Azules en Cádiz. También, bajo la iglesia de la Trinidad en Sevilla, se conservan las cárceles nos las encerraron y fueron torturadas.