Esto era, en efecto, Zaqueo y aun en los labios de Cristo era peyorativa la dicción «publicano» (Mt 18,17; 21,32 s.; cfr. Le 3,12). Como «jefe de publicanos» o recaudadores parece que Zaqueo había obtenido de la administración romana el derecho de recaudación en la zona de Jericó (v.) y lo ejercía mediante subalternos. Era Zaqueo «hijo de Abraham», es decir, no pagano.
Zaqueo aparece en el Nuevo Testamento, en el Evangelio de Lucas, 19, 1–10, cuando Jesucristo entra en Jericó. Era un publicano, jefe de recaudadores y muy rico. Los recaudadores trabajaban para los romanos y además pedían más dinero del que los romanos exigían haciéndose de esta manera ricos fácilmente, por lo que eran doblemente odiados.
Zaqueo era bajo de estatura y por ese motivo, cuando Jesús entró en la ciudad de Jericó, todo el mundo se agolpó para verlo y él se quedó atrás y no llegaba a verlo. Entonces se adelantó y subió a una especie de higuera, un sicomoro (Ficus sycomorus), ya que iba a pasar delante de ella. Cuando Jesús llegó a aquel sitio, le dijo:
Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.
Ante esto el pueblo murmuró que se iba a hospedar en casa de un pecador. Zaqueo replica que dará a los pobres la mitad de lo que tiene, y si defraudó a alguien anteriormente le dará el cuádruple. Jesús responde que la salvación ha llegado a su casa porque él también es hijo de Abraham.
El Hijo del hombre ha venido a buscar lo que el estaba perdido.
En conexión con su oficio anota Le que Zaqueo era rico; y Zaqueo admite la posibilidad de haber causado a alguien una exacción que le impone restitución. Parece indicar esto que había incurrido en la codicia frecuente en los recaudadores (Lc 3,12 s.), aparte el colaboracionismo con la potencia pagana ocupante (Roma), que para un judío implicaba una infracción política y religiosa.
Por eso la gente «refunfuñaban cuando jesús se dirige con familiaridad a Zaqueo -que se había subido a un árbol para ver a Jesús porque era pequeño-, y se da por invitado para alojarse en su casa, la casa de un «pecador».
Zaqueo, gozoso de la visita, decide dar la mitad de sus bienes a los pobres y restituir triplicada la cantidad defraudada, cuando la Ley (Num 5,7) exigía restituir lo defraudado más un quinto de su valor. La lección evangélica es que con jesús va la «salvación» y con ella Zaqueo, pecador y perdido, vuelve a la ley divina y a la comunión espiritual de Israel.
Tradiciones conservadas en las Const. Apost. (VII,46: PG 1,1048 s.) y Recogn. (III,65 ss.: PG 1,1310 ss.) dicen que Zaqueo fue ordenado por San Pedro, a quien había seguido, como obispo de Cesarea de Palestina. Una tradición oriental supone que lo hayan matado en el Hauran, Siria. Otra tradición lo hace misionero de la zona de Quercy, Francia (fiesta, 23 agosto).
“Miremos hoy a Zaqueo en el árbol –decía el Papa Francisco-: su gesto es un gesto ridículo, pero es un gesto de salvación. Y yo te digo a ti: si tienes un peso en tu conciencia, si tienes vergüenza por tantas cosas que has cometido, detente un poco, no te asustes.
Piensa que alguien te espera porque nunca dejó de recordarte; y este alguien es tu Padre, es Dios quien te espera. Trépate, como hizo Zaqueo, sube al árbol del deseo de ser perdonado; yo te aseguro que no quedarás decepcionado. Jesús es misericordioso y jamás se cansa de perdonar" Papa Francisco, Ángelus 3 de noviembre de 2013.
M. MIGUÉNS ANGUEIRA. (GER)
BIBL.: A. M. COCAGNAC, Zachée, 1'Église et la maison des pécheurs, «Assemblées du Seigneur» 91 (1964) 39-51; P. ROUILLARD, Zachée, descend vite, «La Vie Spirituelle» CXXV,514 (1965), 300s