Condenó a Teodoto, el banquero, que enseñaba que Melquisedec era superior a Jesucristo; a Montano y sus secuaces: a Praxeas, que dogmatizaba en Roma enseñando que el Dios Padre también había padecido en la pasión de Jesucristo; a Taciano, Marción, Valentín y Saturnino, propagadores de las doctrinas encratitas, que condenaban como ilícito el matrimonio. Luchó, en fin, para sofocar la cuestión tan debatida de la celebración de la Pascua, Roma, 197.
Por otra parte, estableció que, en casos de emergencia, se pudiese utilizar cualquier agua para el bautismo.
Falleció el 28 de julio de 199 tras sufrir martirio. San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.
Algunas de sus reliquias se conservan cerca del altar mayor de la basílica de Santi Silvestro e Martino ai Monti, en Roma. Algunas teorías sugieren que pudo haber sido el primer papa negro africano, aunque se basan principalmente en su procedencia y no tanto en fuentes que manifiesten el hecho.