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EL SANTO CURA DE ARS Y LOS PRIMEROS CRISTIANOS
Nació en un pueblecito francés, cercano a Lyon en 1786. Tuvo que superar muchas dificultades hasta llegar a ordenarse sacerdote. Destinado a la parroquia rural de Ars, ejerció allí su ministreio pastoral durante 42 años. Se le confió la parroquia de Ars, en la diócesis de Belley, y el santo, con una activa predicación, con la mortificación, la oración y la caridad, la gobernó, y promovió de un modo admirable su adelanto espiritual.
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Estaba dotado de unas cualidades extraordinarias como confesor, lo cual hacía que los fieles acudiesen a él de todas partes, para escuchar sus santos consejos.
Murió el año 1859. Apoyado en una intensa vida de oración y penitencia, pronto la fama de su celo sacerdotal, centrado en la administración del sacramento de la penitencia, se extendió por toda Francia y más allá.
Santo Cura de Ars
Acudiendo miles de fieles a Ars para confesarse con él, participar en su Misa y escuchar su predicación.
Después de su muerte, Pío XI en 1929 lo declaró patrono de los sacerdotes de todo el mundo.
La Iglesia lo ha propuesto desde entonces como especial modelo e intercesor para el ministerio sacerdotal.
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El Santo Cura de Ars tenía una gran devoción a los primeros seguidores de Cristo
Recogemos con motivo de su fiesta algunos textos breves sobre ellos
1. Así como muchas veces basta una sola mala conversación para perder a una persona, no es raro tampoco que una conversación buena la convierta o le haga evitar el pecado. ¡Cuántas veces, después de haber conversado con alguien que nos habló del buen Dios, nos hemos sentido vivamente inclinados a Él y nos hemos propuesto portarnos mejor en adelante!... Esto es lo que multiplicaba tanto el número de los santos en los primeros tiempos de la Iglesia: en sus conversaciones no se ocupaban de otra cosa que de Dios. Con ello los cristianos se animaban unos a otros y conservaban el gusto y la inclinación hacia las cosas de Dios. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el precepto 1° del decálogo)
2. Más dichosos que los santos del Antiguo Testamento, no solamente poseemos a Dios por la grandeza de su inmensidad, en virtud de la cual se halla en todas partes, sino que le tenemos con nosotros como estuvo en el seno de María durante nueve meses, como estuvo en la cruz. Más afortunados aun que los primeros cristianos, quienes hacían cincuenta o sesenta leguas de camino para tener la dicha de verle; nosotros le poseemos en cada Sagrario, cada parroquia puede gozar a su gusto de tan dulce compañía. ¡Oh, pueblo feliz! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).
3. Debemos profesar una ferviente devoción a la Santísima Virgen, si queremos conservar esta hermosa virtud; de lo cual no nos ha de caber duda alguna, si consideramos que ella es la reina, el modelo y la patrona de las vírgenes [...]. San Ambrosio llama a la Santísima Virgen Señora de la castidad; San Epifanio la llama Princesa de la castidad; y San Gregorio, Reina de la castidad'[..] (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la pureza)
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