CIUDAD DEL VATICANO,
Al dedicar la catequesis del miércoles, 8 agosto 2007 a la figura de San Gregorio Nacianceno, el Papa Benedicto XVI destacó que sin Dios no existe verdadero humanismo.
El Pontífice, que se trasladó en helicóptero desde su residencia de verano de Castelgandolfo para la audiencia realizada en el Aula Pablo VI, describió a este santo de la región de Capadocia como un “ilustre teólogo, orador y defensor de la fe cristiana en el siglo IV”; “célebre por su elocuencia” que tuvo “como poeta, un alma fina y sensible”.
El Santo Padre destacó también la amistad de Gregorio –nacido alrededor del 330- con San Basilio, con quien compitió “no para ver quién era el primero, sino quién permitía al otro serlo”.
Luego de recibir el bautismo, Gregorio se proyectó –explicó el Papa- hacia la vida monástica, un deseo que quedó plasmado en uno de sus escritos, citado por Benedicto XVI: “no ocuparse más de las cosas humanas, salvo de aquellas estrictamente necesarias; hablar consigo mismo y con Dios, llevar una vida que trascienda las cosas visibles; llevar en el alma las imágnes divinas siempre puras, sin mezcla de formas terrenas y erróneas; ser verdaderamente un espejo inmaculado de Dios y de las cosas divinas, y serlo cada vez más...”.
El Santo Padre recordó que San Gregorio Nacianceno, sin embargo, recibió el sacerdocio “con cierta resistencia “porque sabía que debería hacer de pastor, ocuparse de los otros, de sus cosas, y por tanto ya no tan recogido en la pura meditación: sin embargo él aceptó esta vocación y asumió el ministerio pastoral en plena obediencia, aceptando, como frecuentemente le sucedió en la vida, el ser llevado por la Providencia allí donde no quería ir”; y fue así como terminó siendo nombrado Obispo de Sasima, aunque residió en Nacianzo.
“Hacia el 379”, recordó el Papa, “Gregorio fue llamado a Constantinopla, la capital, para guiar a la pequeña comunidad católica fiel al Concilio de Nicea y a la fe trinitaria. La mayoría se adhería en cambio al arrianismo, que era ‘políticamente correcto’ y considerado políticamente útil a los emperadores”.
“Así –prosiguió el Santo Padre- se encontró en condiciones de minoría, rodeado de hostilidad. En la pequeña iglesia de la Anastasis, pronunció cinco discursos teológicos precisamente para defender y hacer inteligible la fe trinitaria”.
Benedicto XVI recordó que por la brillantez y sencillez de estos discursos, recibió el apelativo de “teólogo”, título que aún conserva en la iglesia ortodoxa: “el teólogo”.
Esta teología “no es fruto de complicadas especulaciones, sino que deriva de una vida de oración y de santidad, de un diálogo asiduo con Dios”.
“Y es precisamente así como hace aparecer a nuestra razón la realidad de Dios, el misterio trinitario. En el silencio contemplativo, transido de estupor frente a las maravillas del misterio revelado, el alma acoge la belleza y la gloria divina”, agregó el Papa.
El Papa describió finalmente a Gregorio como “un hombre quenos hace sentir la primacía de Cristo y por tanto nos habla también a nosotros, a este mundo nuestro: sin Dios el hombre pierde su grandeza, sin Dios no existe verdadero humanismo”.
“Escuchemos por tanto esta voz y busquemos conocer también nosotros el rostro de Dios”, concluyó.