San Eusebio de Vercelli - 2 de agosto

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"LOS CRISTIANOS ESTÁN EN EL MUNDO, PERO NO SON DEL MUNDO"

Nacido en Cerdeña, a principios del siglo IV, desde el año 345 fue obispo de Vercelli. Fue uno de los primeros impulsores y organizadores de la vida monástica en el occidente cristiano. Desterrado por el emperador durante la polémica arriana, al volver a su patria trabajó con empeño en la restauración de la fe católica. Murió en el año 371.

“El cristiano no debe doblegarse jamás a las modas del momento y a las injustas pretensiones del poder político” Intervención de Benedicto XVI en la que presentó la figura de San Eusebio de Verceli.

"Custodiar con especial esmero la fe, mantener la concordia y ser asiduos en la oración"

San Eusebio de Verceli fue el protagonista de la catequesis de Benedicto XVI en la audiencia general de los miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro el 17 de octubre de 2007 y a la que asistieron más de 30.000 personas.

El santo, nacido en Cerdeña (Italia), a comienzos del siglo IV, se educó en  Roma y fue elegido obispo de Verceli en el 345. Se dedicó con gran empeño a la evangelización de las zonas rurales, en gran parte paganas, y fundó una comunidad sacerdotal inspirada  en el modelo monástico, de la que brotaron importantes obispos y santos.

Eusebio, "formado sólidamente en la fe nicena, en la fe del Dios trinitario", explicó el Papa, defendió "la plena divinidad de Jesucristo" frente a la política filo arriana del emperador Constancio, para quien la fe arriana era "políticamente más útil". Esta actitud le valió el destierro, primero a Palestina y posteriormente a Capadocia y Tebaida.

No obstante, el obispo mantuvo siempre lazos epistolares con la comunidad de sus fieles, y en sus cartas les pide que "saluden también a aquellos que están fuera de la Iglesia y que se dignan de  nutrir por nosotros sentimientos de amor", dijo el Santo Padre, y agregó que "era evidente que la relación del obispo con su ciudad no se limitaba a los cristianos, sino que se extendía también  a aquellos (...) que de alguna forma reconocían su autoridad espiritual y amaban a este hombre ejemplar".

Cuando el emperador Juliano el Apóstata sucedió a Constancio, Eusebio pudo regresar a su patria. Educó al clero de su diócesis en la "observancia de  las reglas monásticas,  si bien viviesen en medio de la ciudad", porque "el obispo y el clero debían compartir los problemas de los ciudadanos de forma creíble", cultivando al mismo tiempo "una ciudadanía diversa: la del cielo". De esa forma, subrayó Benedicto XVI, construyeron "una solidaridad común".

"El pastor y los fieles de la Iglesia -explicó el Santo Padre- están en el mundo, pero no son del mundo. Por eso, los pastores deben exhortar a sus fieles a no considerar las ciudades del mundo como su morada estable sino a buscar la definitiva (...) Jerusalén celestial (...).

Esta decisión permite a los pastores y a los fieles salvaguardar la escala justa de valores, sin doblegarse jamás a las modas del momento y a las injustas pretensiones del poder político".

"La auténtica escala de valores -concluyó- (...) no procede del emperador de ayer o de hoy, sino de Jesucristo, el hombre perfecto, igual al Padre en la divinidad y hombre como nosotros. Por eso, Eusebio recomienda siempre a sus fieles "custodiar con especial esmero la fe, mantener la concordia y ser asiduos en la oración". También yo os recomiendo de todo corazón estos valores perennes".

 

 

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