Durante el reinado de Diocleciano, el Papa San Cayo estuvo grandemente preocupado por la seguridad de los cristianos en Roma.
Cástulo, un celoso cristiano que era camarero del emperador, se ofreció; a arreglar todo lo necesario para que se tuvieran servicios religiosos en el mismo palacio del emperador, ya que este lugar no se prestaba para investigación alguna; y aún más, Cástulo albergó; a los cristianos en su propia casa, adjunta al palacio y les procuró; un lugar para sus reuniones.
No contento con servir así; a la Iglesia, él y su amigo Tiburcio recorrieron Roma convirtiendo hombres y mujeres al cristianismo y llevándoles ante el Papa para que fueran bautizados. Posteriormente fue traicionado por un apóstata cristiano llamado Torcuato. Llevado ante Fabiano, prefecto de la ciudad, fue cruelmente atormentado y después arrojado a un foso cubierto con arena.
La leyenda diría después que fue enterrado en el cementerio que lleva su nombre en las catacumbas de la Via Labicana en Roma.
Hacia la segunda mitad del siglo VIII, probablemente entre los años 764 y 772, unos monjes llevaron reliquias de San Cástulo desde Roma a un monasterio benedictino en Moosburg. Este monasterio fue importante fuente de cristiandad en las regiones de Holzland y Hallertau. Esta devoción motivó que la Santa Sede declarara a San Cástulo el santo patrono de la Hallertau y de la ciudad de Moosburg.
En las Actas de San Sebastián se menciona que la viuda de Cástulo, Irene de Roma, fue quien se hizo cargo de la recuperación del santo cuando fue herido por las flechas.
Cástulo ser honrado desde la Antigüedad tardía como el santo patrón de los agricultores y pastores.
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