De las cuatro actas griegas de San Blas, actualmente catalogadas, no pueden extraerse sino los siguientes datos con visos de autenticidad: médico, obispo de Sebaste (elegido por voz unánime del clero y pueblo) en Armenia. Vivió en tiempos de los emperadores Diocleciano y Licinio (307-323), si bien algunos autores lo hacen contemporáneo de Juliano el Apóstata (361-363).
Decretada la persecución, San Blas buscó asilo en una cueva, donde fue descubierto por unos cazadores de fieras, denunciado al gobernador Agrícola de Capadocia y, después de torturadas sus carnes con peines de hierro, fue decapitado en el año 316 d. C.
San Blas, oculto por la persecución, sostenía, alentaba y edificaba ocultamente a los cristianos con su palabra y con el ejemplo de su santa Vida.
Mientras estaba en prisión realizó la maravillosa curación de un muchacho que tenía una espina en la garganta y estaba en peligro de muerte.
DEVOCIÓN Y CULTO
Su culto, si bien no muy inmediato a su muerte, tuvo una gran extensión, tanto en Occidente como en Oriente, donde la fiesta se celebraba el 11 de febrero.En Constantinopla había un templo dedicado a San Blas. En Armenia existió la Orden Militar de San Blas.
La república independiente de Ragusa (Yugoslavia) lo tenía por patrón principal.En la Iglesia occidental tenía señaladas dos fiestas: el 3 de febrero, aún vigente en el Martirologio Romano, y el 15 del mismo mes.
Sólo en Roma tuvo San Blas 54 iglesias y oratorios bajo su advocación; y es tan grande el número de monasterios e iglesias que dicen poseer reliquias del mártir, que resulta insoluble el problema de su autenticidad y no cabe argüir sino que acaso se trate en muchos casos de otros santos del mismo nombre.
La gran popularidad de San Blas se debe esencialmente a los milagros que le atribuyen las actas apócrifas. Con frecuencia se le invoca como abogado contra la difteria y todos los males y accidentes de garganta.
En algunos lugares persiste la costumbre de bendecir a las personas el día 3 de febrero con dos velas- la Candelaria es la víspera- con esta fórmula: «Por la intercesión y los méritos de S. Blas, obispo y mártir, Dios te libre de los dolores de garganta y de cualquier otro mal». También se le invoca como abogado contra la peste del ganado, principalmente el de cerda.
De su iconografía dedujo el pueblo nuevos incentivos para la devoción: como quiera que, sobre todo a partir del s. XIV, fuera representado San Blas con un peine en memoria del instrumento con que le habían rasgado las carnes, los cardadores y sombrereros le erigieron en patrono suyo.