San Apolo - 21 de abril

¿Sabes quién era San Apolo? - Su fiesta se celebra el 21 de abril

“Fue muy útil a aquellos que por obra de la gracia se convirtieron en creyentes”. (San Lucas).

Apolo (en griego Απόλλων) es una divinidad de la antigua religión griega, dios de la medicina, de la música y de la profecía, que también fue venerado en la religión romana. Cuando se piensa en este nombre, hoy en desuso en la anagrafía, se piensa en el dios grecorromano. La tradición cristiana recuerda algunos Santos de nombre Apolo, entre los cuales está el gran colaborador de San Pablo.

Escuchemos la catequesis de SS. Benedicto XVI en la cual, el 31 de enero de 2007, presentaba a la audiencia general del miércoles algunos colaboradores de San Pablo: Bernabé, Silvano y Apolo: “Queridos hermanos y hermanas: siguiendo con nuestro viaje entre los protagonistas de los orígenes cristianos, dedicamos hoy nuestra atención a algunos otros colaboradores de San Pablo. Debemos reconocer que el Apóstol es un ejemplo elocuente de hombre abierto a la colaboración: en la Iglesia él no quiso hacerlo todo solo, sino que tuvo muchos y diversos colegas. No podemos referirnos a todos estos preciosos ayudantes, porque son muchos. Basta recordar, entre otros, a Epafras (cfr Col 1,7; 4,12; Fm 23), Epafrodito (cfr Fil 2,25; 4,18), Tíquico (cfr At 20,4; Ef 6,21; Col 4,7; 2 Tm 4,12; Tt 3,12), Urbano (cfr Rm 16,9), Cayo y Aristarco (cfr At 19,29; 20,4; 27,2; Col 4,10). Y mujeres como Febe (cfr Rm 16, 1), Trifena y Trifosa (cfr Rm 16, 12), Pérside, la madre de Rufo — del la cual San Pablo dice: “También es mi madre” (cfr Rm 16, 12-13) — y no olvidemos a cónyugues como Prisca y Aquila (cfr Rm 16, 3; 1Cor 16, 19; 2Tm 4, 19). Hoy, entre esta gran lista de colaboradores y colaboradoras de San Pablo, dirigimos nuestro interés a tres de estas personas, que han desarrollado un papel particularmente significativo en la evangelización de los orígenes: Bernabé, Silvano y Apolo.

Apolo, "hombre culto" y "gran conocedor de las Escrituras" predicó en Efeso y Corinto, pero su éxito en esa ciudad tuvo "una faceta problemática, ya que en su nombre  algunos miembros de esa Iglesia, fascinados por su forma de hablar se oponían a los demás".

"Pablo (...) expresa aprecio por la obra de Apolo pero reprocha a los corintios (...)su división" y "aprende una enseñanza importante de todo el caso. Tanto yo como Apolo, escribe, no somos más que (...) simples ministros, a través de los cuales habéis llegado a la fe (...) Cada uno tiene una tarea diferente en el campo del Señor".

"También hoy estas palabras son válidas para todos tanto para el Papa como para los cardenales, los obispos, los sacerdotes y los laicos, somos solamente humildes ministros de Jesús  servimos al Evangelio como podemos, es decir, según nuestros dones y rezamos para que haga crecer su Evangelio, su Iglesia".

 

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