CIUDAD DEL VATICANO
Tras haber dedicado tres catequesis a San Pedro, primer obispo de Roma, en esta ocasión evocó la figura de su hermano, Andrés, discípulo de Juan Bautista, evangelizador de los griegos, patrono del patriarcado ecuménico ortodoxo de Constantinopla.
Andrés, como recordó Benedicto XVI, fue el primer apóstol que recibió la llamada de Jesús a seguirle, motivo por el que la liturgia de la Iglesia bizantina le honra con el apelativo de «Protóklitos», que significa el «primer llamado».
«Por la relación fraterna entre Pedro y Andrés, la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla se sienten de manera especial como Iglesias hermanas entre sí», recordó Benedicto XVI.
Para subrayar esta relación --siguió diciendo-- el Papa Pablo VI, en 1964, «restituyó la insigne reliquia de San Andrés, hasta entonces custodiada en la Basílica vaticana, al obispo metropolita ortodoxo de la ciudad de Patrás, en Grecia, donde según la tradición, el apóstol fue crucificado».
También de acuerdo con la tradición, Andrés, como su hermano Pedro, pidió ser colocado en una cruz diferente a la de Jesús. En su caso, se trató de una cruz en forma de aspa.
Andrés --indicó el Papa-- enseña que «la Cruz, más que un instrumento de tortura», es «el medio incomparable de una asimilación plena con el Redentor, con el Grano de trigo caído en la tierra».
«Tenemos que aprender una lección muy importante --advirtió--: nuestras cruces alcanzan valor si son consideradas y acogidas como parte de la cruz de Cristo, si son tocadas por el reflejo de su luz».
«Sólo por esa Cruz también nuestros sufrimientos quedan ennoblecidos y alcanzan su verdadero sentido», reconoció el Papa.
«Que el apóstol Andrés nos enseñe a seguir a Jesús con prontitud (Mateo 4, 20; Marcos 1, 18), a hablar con entusiasmo de Él a todos aquellos con los que nos encontramos,y sobre todo a cultivar con Él una relación de auténtica familiaridad, conscientes de que sólo en Él podemos encontrar el sentido último de nuestra vida y de nuestra muerte», concluyó.