SAN AMBROSIO AUPERTO - 19 de julio

SAN AMBROSIO AUPERTO 

Monje (¿778? d. C.)

  San Ambrosio era un miembro distinguido de la corte de Pepino el Breve. Enviado por su soberano a una misión a Italia, tuvo ocasión de visitar el monasterio benedictino de San Vicente, en el ducado de Benevento. El espíritu y la observancia de los monjes le produjeron tal impresión, que ingresó al punto en la abadía.

Después de su profesión y ordenación, predicó con gran éxito en la región; algunos de sus sermones se conservan todavía. Ambrosio vivió santamente, ignorado del mundo, consagrado sobre todo a escribir. Sus obras eran tan estimadas en la Edad Media, que su tratado sobre el conflicto de las virtudes y los vicios fue atribuido a San Ambrosio de Milán, a San Agustín, a San León IX y a San Isidoro de Sevilla, sucesivamente.

Entre los escritos de Ambrosio se cuentan las vidas de los santos y un comentario del Apocalipsis. Dom Morin escribe a propósito de las obras del santo: "Por su ciencia y estilo, San Ambrosio constituye un fenómeno raro, casi un enigma, ya que no podemos dejar de preguntarnos dónde y cómo pudo acumular tantos datos, si tomarnos en cuenta la época y el sitio en los que vivió."

Tampoco entre sus contemporáneos le faltaron admiradores: Carlomagno solía consultarle (pues Ambrosio había sido en una época su tutor) y el Papa Esteban IV le trataba como a un amigo. Ambrosio gozaba de simpatías también en su monasterio. Hacia el año 776, los monjes francos le eligieron abad; pero una coalición de monjes lombardos apoyaba a otro candidato llamado Poto.

Enterado del asunto, el Papa Adriano I convocó a los dos rivales a Roma, pero San Ambrosio Autperto murió en el viaje. Fue sepultado en la basílica de San Pedro. Sus reliquias fueron trasladadas alrededor del año 1044, a la abadía que gobernó por tan corto espacio de tiempo.

Benedicto XVI presenta la figura de Ambrosio Auperto

Siguiendo la vida y obra de Ambrosio Auperto, monje del siglo VIII

Supo descubrir el "misterio de la Iglesia", reflejado en la Virgen María.

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 22 de abril de 2009

El Papa explicó este miércoles, durante la audiencia general con los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, que la actual crisis económica mundial "ha nacido de la raíz de la codicia".

El Papa quiso mostrar así la actualidad del mensaje del monje y escritor cristiano Ambrosio Auperto, que vivió en el siglo VIII y que escribió un tratado sobre la codicia, en el que muestra que ésta está a la base de todos los vicios que combaten en el alma humana.

A la codicia, Auperto "oponía el desprecio del mundo", que "no es un desprecio de la creación, de la belleza y de la bondad de la creación y del Creador, sino un desprecio de la falsa visión del mundo presentada e insinuada por la codicia", explicó el Papa a los presentes.

"Ésta insinúa que el tener sería el sumo valor de nuestro ser, de nuestro vivir en el mundo pareciendo importantes. Y así falsifica la creación del mundo y destruye el mundo", añadió.

El pontífice advirtió que estas palabras, "a la luz de la presente crisis económica mundial, revelan toda su actualidad. Vemos que precisamente desde esta raíz de la codicia ha nacido esta crisis".

"También para el hombre de este mundo, también para el rico vale el deber de combatir contra la codicia, contra el deseo de poseer, de aparecer, contra el falso concepto de libertad como facultad de disponer de todo según el propio arbitrio. También el rico debe encontrar el auténtico camino de la verdad, del amor y así de la vida recta", añadió el Papa, resumiendo el mensaje de este monje medieval.

Siguiendo con su largo ciclo de catequesis sobre escritores cristianos del primer milenio de la historia de la Iglesia, el Papa se detuvo hoy en este poco conocido monje de origen provenzal, de quien afirmó que supo descubrir el "verdadero rostro de la Iglesia".

"La Iglesia vive en las personas, y quien quiere conocer a la Iglesia, comprender su misterio, debe considerar a las personas que han vivido y viven su mensaje, su misterio. Por ello hablo desde hace tanto tiempo en las catequesis del miércoles de personas de las que podemos aprender qué es la Iglesia", explicó.

El Papa explicó brevemente la vida de este monje, que vivió como seglar en la corte carolingia como preceptor de Carlomagno, y que ingresó en el monasterio benedictino de San Vicente de Volturno (cerca de Nápoles). Auperto fue un escritor prolífico, cuyas obras se han atribuido a otros grandes escritores, entre ellos san Ambrosio de Milán o san Ildefonso.

Las intrigas de su tiempo y los partidos políticos en que se dividía la propia comunidad monacal fueron la causa de su salida y seguramente de su muerte repentina, probablemente asesinado, mientras acudía aRoma llamado por el Papa para actuar como testigo en un proceso contra el abad de la comunidad, el longobardo Poton.

"Ambrosio Auperto fue monje y abad en una época marcada por fuertes tensiones políticas, que repercutían también en la vida interna de los monasterios", explicó el Papa. Sin embargo, supo descubrir el "misterio de la Iglesia", reflejado en la Virgen María.

Basándose en su obra principal, el comentario al Apocalipsis, "primer comentario amplio en el mundo latino al último libro de la Sagrada Escritura", Benedicto XVI explicó que Ambrosio Auperto "no se interesa tanto por la segunda venida de Cristo al final de los tiempos, sino a las consecuencias que se derivan de su primera venida para la Iglesia del presente, la encarnación en el seno de la Virgen María".

"En el contexto de la dimensión mística que pertenece a todo cristiano, él mira a María como modelo de la Iglesia, modelo para todos nosotros, porque también en nosotros y entre nosotros debe nacer Cristo".

"Su gran veneración y su profundo amor por la Madre de Dios le inspiran a veces formulaciones que de alguna forma anticipan las de san Bernardo y de la mística franciscana, sin desviarse sin embargo a formas discutibles de sentimentalismo, porque él no separa nunca a María del misterio de la Iglesia", añadió el Papa, calificando a Ambrosio Auperto como "el primer gran mariólogo de Occidente".

Benedicto XVI concluyó su catequesis proponiendo el ejemplo de este monje, que vivió "en un tiempo de fuerte instrumentalización política de la Iglesia, en la que el nacionalismo y el tribalismo habían desfigurado el rostro de la Iglesia".

A pesar de ello, "él, en medio de todas estas dificultades que conocemos también nosotros, supo descubrir el verdadero rostro de la Iglesia en María, en los Santos. Y supo así entender qué quiere decir ser católico, ser cristiano, vivir de la Palabra de Dios, entrar en este abismo y así vivir el misterio de la Madre de Dios: dar de nuevo vida a la Palabra de Dios, ofrecer a la Palabra de Dios la propia carne en el tiempo presente", añadió.

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  Existe una breve biografía latina; puede verse en las obras de Muratori y Mabillon y en Acta Sanctorum, julio, vol. IV. Ver sobre todo G. Morin, Revue Bénédictine, vol. XXVII (1910), pp. 204-212; y Morin, Etudes, Textes Découvertes (1913), pp. 23, 488, 494, 498, 506. Cf. J. Winandy, Ambroise Autpert, moine et théologien (1953).

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