1. (San Clemente Romano, en el año 96, exhorta a los fieles de Corinto a amar y cumplir la voluntad de Dios en todo…)
Consideremos cuán cerca está el Señor de nosotros y cómo no se le oculta ninguno de nuestros pensamientos ni de nuestras palabras. Justo es, por tanto, que no nos apartemos nunca de su voluntad. (SAN CLEMENTE ROMANO, Carta a los Corintios, 21, 1)
2. Entreguémonos con diligencia al cumplimiento de la voluntad de Dios, pongamos todo nuestro esfuerzo en practicar el bien. (SAN CLEMENTE ROMANO, Carta a los Corintios, 33)
3. Esforcémonos en guardar sus mandamientos, para que su Voluntad sea nuestra delicia. (EPÍSTOLA DE BERNABÉ, 2)
4. Ya que sabemos que con Dios no se juega, nuestro deber es caminar de una manera digna de sus mandamientos y de su voluntad. (SAN POLICARPO DE ESMIRNA, carta a los Filipenses, 3,1-5,2)
5. (San Cipriano, obispo de Cartago del 248 al 258, nos anima a pedir a Dios la gracia para poder cumplir su voluntad, que a veces nos costará aceptar, como a Cristo en la oración en el huerto de Getsemaní antes de su Pasión…)
Pedimos a continuación: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, no en el sentido de que Dios haga lo que quiera, sino de que nosotros seamos capaces de hacer lo que Dios quiere. ¿Quién, en efecto, puede impedir que Dios haga lo que quiere? Pero a nosotros sí que el diablo puede impedirnos nuestra total sumisión a Dios en sentimientos y acciones; por esto pedimos que se haga en nosotros la voluntad de Dios, y para ello necesitamos de su protección y ayuda, ya que nadie puede confiar en sus propias fuerzas, sino que la seguridad nos viene de la benignidad y misericordia divinas. Además, el Señor, dando pruebas de la debilidad humana, que él había asumido, dice: Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mi ese cáliz, Y, para dar ejemplo a sus discípulos de que hay que anteponer la voluntad de Dios a la propia, añade: Pero, no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres. (SAN CIPRIANO DE CARTAGO, Del tratado sobre el Padrenuestro, 17)6. La voluntad de Dios es la que Cristo cumplió y enseñó. (…) El amar al Señor de todo corazón, amarlo en cuanto Padre, temerlo en cuanto Dios; el no anteponer nada a Cristo, ya que Él nada antepuso a nosotros; el mantenernos inseparablemente unidos a su amor, el estar junto a su cruz con fortaleza y confianza; (…) Esto es querer ser coherederos de Cristo, esto es cumplir el precepto de Dios y la voluntad del Padre. (SAN CIPRIANO DE CARTAGO, Del tratado sobre el Padrenuestro, 19)
7. (A veces cuando vemos que Dios nos llama, nos resistimos y luchamos. El Señor respeta nuestra libertad y espera nuestra respuesta…)
Nunca debemos olvidar que nosotros no hemos de cumplir nuestra propia voluntad, sino la de Dios, tal como el Señor nos mandó pedir en nuestra oración cotidiana. ¡Qué contrasentido y qué desviación es no someterse inmediatamente al imperio de la voluntad del Señor, cuando Él nos llama…! Nos resistimos y luchamos... (SAN CIPRIANO DE CARTAGO, Tratado sobre la muerte, 18, 24)
8. El camino del Reino de los cielos es la obediencia a la voluntad de Dios, no el repetir su nombre. (SAN HILARIO DE POITIERS, Tratado de los Misterios, 37)
9. (Loúnico que debe importarnos de verdad en esta vida es cumplir la voluntad de Dios para nosotros…)
Renunciar a la propia vida significa no buscar nunca la propia voluntad sino la voluntad de Dios, y hacer del querer divino la norma única de la propia conducta. (SAN GREGORIO DE NISA, Sobre la conducta cristiana, 47)
10. (Dios siempre quiere lo mejor para nosotros, aunque nos pueda costar. ¿Lo quieres Señor? Pues, yo también lo quiero…)
En toda ocasión yo digo: «Señor, hágase tu voluntad: no lo que quiere éste o aquél, sino lo que Tú quieres que haga». Este es mi alcázar, ésta es mi roca inamovible, éste es mi báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se haga. (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía antes del exilio, 1-3)
11. (Hablando sobre la vocación de San Mateo…)
Ya que habéis visto el poder del que llama, considerad también la obediencia del llamado. Porque Mateo no opuso ni un momento de resistencia, ni dijo, dudando: ¿Qué es esto? ¿No será una ilusión que me llame a mí, que soy un pobre hombre? Humildad, por cierto, que hubiera estado totalmente fuera de lugar. (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Sobre San Mateo, 30)
12. ¿Quiénes son los rectos de corazón? Los que quieren lo que Dios quiere [...]. No quieras torcer la voluntad de Dios para acomodarla a la tuya; corrige en cambio tu voluntad para acomodarla a la voluntad de Dios. (SAN AGUSTÍN, Comentario sobre el Salmo 93, 6)
13. Cuando decimos: Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo pedimos que el Señor nos otorgue la virtud de la obediencia, para que así cumplamos su voluntad como la cumplen sus ángeles en el cielo. (SAN AGUSTÍN, Carta a Proba, 130)
14. Tienes una tarea -nos dice san Gregorio también a nosotros-, la tarea de encontrar la verdadera luz, de encontrar la verdadera altura de tu vida. Y tu vida consiste en encontrarte con Dios, que tiene sed de nuestra sed.
(BENEDICTO XVI presenta a San Gregorio Nacianceno, 22 agosto 2007)
15. Al catecúmeno, le dice: «Caíste en las redes de la Iglesia (Cf. Mateo 13,47): con vida serás cogido; no huyas; es Jesús quien te ha echado el anzuelo… Muere a los pecados y vive para Él; hazlo desde hoy» («Procatequesis» 5). (BENEDICTO XVI, presenta a San Cirilo de Jerusalén, 20 junio 2007)