En el año 1223, el fundador de la orden de los franciscanos pidió permiso al entonces papa Honorio II para que le dejara celebrar el nacimiento de Jesús de manera que "exaltara la devoción de los fieles", según el relato del teólogo san Buenaventura, quien escribió sobre la vida de Francisco de Asís.
Con el aval del pontífice, cuenta, "hizo preparar un pesebre con el heno correspondiente y mandó traer al lugar un buey y un asno" a una cueva que se encontraba cerca de la ermita (capilla) de la localidad de Greccio, un pequeño pueblo de la región italiana de Lacio.
Allí, en medio del pesebre montado con ayuda de los pobladores, Francisco de Asís celebró la fiesta del nacimiento de Jesús con una tradición que año a año se recrea en el pueblo.
"No sabemos si en la época de Francisco se representaba realmente a María y José, o si solo se imaginaba la presencia de esas figuras. Lo que sí sabemos es que las escenas posteriores empezaron a incorporar dioramas y actores reales, y que el elenco de personajes se fue ampliando gradualmente más allá de María, José y el dulce niño Jesús, hasta incluir a veces a todo un pueblo", explica una reseña de The Smithsonian al respecto.
El relato del nacimiento de Jesús está narrado en dos evangelios de la Biblia: el de Lucas y el de Mateo. Según el texto atribuido a Lucas, cuando María estaba embarazada, ella y José salieron desde Nazaret a Belén para empadronarse, en virtud de un decreto del entonces emperador.
"Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada", cuenta el relato bíblico, y agrega después la llegada de pastores a venerarlo.
El evangelio de Mateo suma a la escena un elemento que con el tiempo también se ha vuelto característico de los belenes: los "Magos de Oriente", conocidos como los Reyes Magos, que llegaron al lugar del nacimiento con regalos para el "rey de los judíos".
¿Cómo se le ocurrió a Francisco de Asís hacer una representación viviente de esta escena? El papa Francisco, que eligió su nombre en honor al santo italiano, abordó la cuestión en una carta apostólica de 2019 que menciona el viaje de su homónimo a Tierra Santa, que tuvo lugar entre 1219 y 1220.
"Después de su viaje a Tierra Santa, aquellas grutas [italianas] le recordaban de manera especial el paisaje de Belén", cuenta. Además, dijo, es posible que quedara impresionado por los mosaicos que representaban la escena del nacimiento en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma. "Francisco no desea crear una bella obra de arte, sino, a través del belén, provocar estupor ante la extrema humildad del Señor, ante las penalidades que sufrió [...] en la pobre gruta de Belén", agregó el pontífice en una audiencia el pasado 20 de diciembre.
En esa iglesia había desde el siglo V representaciones del nacimiento y allí había llevado el papa Sixto III fragmentos de lo que se consideraba el pesebre de Jesús, la "santa cuna".
Sin embargo, los relatos bíblicos no mencionaban la presencia de animales, tal como explica la profesora de Historia de la Universidad de Georgetawn, Vanessa Corcoran.
Los animales empiezan a aparecer en los textos religiosos en el entorno del siglo VII, dice.
"Una serie de relatos de los primeros cristianos —entre ellos el conocido como Evangelio de la Infancia de Mateo— que sirvieron de base a la devoción religiosa popular, intentaron llenar el vacío existente entre la infancia de Cristo y el comienzo de su ministerio. Este texto fue el primero en mencionar la presencia de animales en el nacimiento de Jesús", explica.
El texto, según su recuento, dice que María entró al establo con su bebé y "el buey y el asno le adoraron".
La descripción fue citada posteriormente en textos medievales y finalmente quedó firme en la tradición.
La idea de Francisco de Asís tuvo arraigo y las representaciones comenzaron a extenderse por toda Italia, reseña la agencia de noticias católica ACI Prensa.
En Nápoles, en los siglos XIV y XV, se crearon las primeras figuras que representaron la natividad. Una persona clave en esta etapa fue san Cayetano de Thiene, que en 1534 creó un gran pesebre con figuras de madera vestidas con atuendos de la época, que se instaló en el oratorio de la iglesia napolitana Santa Maria de la Stalletta.
La tradición se extendió a palacios, casas señoriales y otras residencias privadas durante la época del Barroco y entró en España de la mano de Carlos III. En el siglo XIX, la fabricación en serie de las figuras permitió que la costumbre se abriera paso en los hogares.