En la ciudad de las mil iglesias, la tradicional Peregrinación de las Siete Iglesias invita a sumergirse en la historia milenaria de la Iglesia católica en Roma. Es un recorrido de 25 kilómetros salpicado por las cuatro basílicas mayores y otras tres basílicas (Santa Cruz de Jerusalén, San Sebastián y San Lorenzo).
Santa Croce in Gerusalemme - Roma
En los primeros siglos después de Cristo, muchos cristianos fueron martirizados en Roma, la ciudad que gobernaba todo el Mediterráneo. Tal fue el caso de Pedro, apóstol de Cristo y pescador de Galilea, y de Pablo, ciudadano romano convertido al cristianismo.
Después de que el cristianismo se convirtiera en religión oficial bajo el emperador Constantino, con el Edicto de Milán de 313, el culto a los mártires salió de las catacumbas y se hizo público. Se construyeron basílicas en los lugares de los mártires, como la primera basílica de San Pedro, en el emplazamiento del circo de Calígula.
"Fue el Papa San Gregorio Magno, en el siglo VI, quien organizó por primera vez una ruta para invitar a los peregrinos a venir a rendir homenaje a las reliquias de los mártires, Pedro, Pablo, luego Sebastián, Esteban, Lorenzo...", explica Marc Reverdin, autor de una reciente guía sobre la peregrinación a las Siete Iglesias.
Luego, a partir de 1300, el Papa Bonifacio VIII instituyó el primer Jubileo, invitando a los fieles a peregrinar a Roma, ya que la ciudad de Jerusalén había quedado bajo dominio mameluco. "Visitar las reliquias de los grandes santos fundadores de la Iglesia se convirtió en una obligación para los peregrinos".