La guerra en Gaza no solo está costando la vida a miles de personas, hiriendo a otras tantas y creando una inestabilidad en Oriente Medio muy peligrosa. También está amenazando un patrimonio histórico y cultural que ya se conservaba en un estado precario.
En diciembre, la UNESCO se manifestó «profundamente preocupada por el impacto de los combates en curso» sobre el patrimonio cultural en Palestina. En una declaración, solicitaba a todas las partes involucradas en el conflicto que impidieran que los bienes culturales fueran blanco de ataques.
Dentro de ese patrimonio se encuentra uno de los monasterios cristianos más antiguos de Palestina, el complejo de San Hilarión que data del siglo IV después de Cristo. Destruido en el siglo VII, estaba decorado con mosaicos e incluía dos iglesias, un baptisterio un cementerio y las celdas de los ermitaños.
En esa sesión de diciembre, el Comité Intergubernamental de la UNESCO para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado decidió conceder una «protección reforzada provisional» al monasterio en virtud de la Convención de La Haya de 1954. En julio, la organización ha incluido a San Hilarión en la lista del patrimonio mundial en peligro.
Aunque ya formaba parte del elenco provisional del patrimonio de la UNESCO desde 2012, su estatus ha sido rápidamente aprobado en pocos meses mediante un procedimiento de emergencia ante el recrudecimiento de la guerra. La UNESCO había manifestado su preocupación por la falta de una estrategia eficiente para preservar las ruinas del monasterio. Desde 2018 se conservaba gracias a fondos internacionales. El nuevo estatuto permitirá al sitio arqueológico obtener más ayuda financiera de la UNESCO, pero, sobre todo, debería servir para presionar a las partes en conflicto para evitar daños en el complejo.
El monasterio de San Hilarión, en el complejo arqueológico de Tell Umm Amer, es uno de los más antiguos de Oriente Medio. Fue fundado por san Hilarión, natural de Gaza, y albergó a la primera comunidad monástica de Tierra Santa. Para la UNESCO constituye «un testimonio excepcional y único del cristianismo en Gaza».