El nuevo Pontífice advierte ante los representantes de las demás confesiones cristianas y de las demás religiones el peligro de alejarse de Dios.
Alessandro Speciale (vatican insider)
El nuevo Papa pronunció ante los representantes de estas confesiones las palabras que esperaban escuchar: «Quiero asegurar, siguiendo la huella de mis venerables predecesores, la firme voluntad de proseguir por el camino ecuménico», siguiendo lo que indicó el Concilio Ecuménico Vaticano II, al que se refirió en diferentes ocasiones el Papa Francisco.
A su llegada, el Pontífice saludó al Patriarca Ortodoxo Ecuménico de Constantinopla, Bartolomeo I, «mi hermano Andrés», porque si el Papa es el heredero del apóstol Pedro, el Patriarca Ecuménico lo es del apóstol Andrés.
Antes de la audiencia colectiva, el Papa Francisco y Bartolomeo I tuvieron un encuentro de alrededor de 20 minutos. Después el Pontífice recibió al “ministro del exterior” del Patriarcado de Moscú, Hilarion de Volokolamsk, que le entregó un mensaje de parte del Patriarca Kirill.
Después, ante todos los representantes reunidos, el Papa afirmó que gracias a la presencia en la Misa de ayer de todos los representantes de las diversas comunidades se sentía «de forma todavía más fuerte la oración por la unidad entre los creyentes en Cristo y, al mismo tiempo, se podía entrever, de alguna manera, su realización plena que depende del plan de Dios y de nuestra leal colaboración».
«Inicio mi ministerio apostólico – prosiguió – en este año que mi venerado predecesor, el Papa Benedicto XVI, con intuición verdaderamente inspirada, ha proclamado Año de la Fe para la Iglesia Católica. Con esta iniciativa, que quiero continuar y espero que sirva de estímulo para el camino de fe de todos, quiso conmemorar el cincuenta aniversario del Concilio Vaticano II, proponiendo una especie de peregrinación a lo que es esencial para todo cristiano : la relación personal y transformadora con Jesucristo, Hijo de Dios, muerto y resucitado por nuestra salvación. En el deseo de proclamar a los hombres de nuestro tiempo este tesoro de la fe siempre válido estriba el fulcro del mensaje conciliar».
El Papa también exhortó a los líderes de las diferentes religiones y de las confesiones cristianas que el «mejor servicio a la causa de la unidad de los cristianos; un servicio de esperanza para un mundo todavía marcada por la división, los contrastes y las rivalidades».
Al concluir su discurso en nuevo Pontífice invitó a «mantener viva en el mundo la sed de absoluto, no permitiendo que prevalezca una visión de la persona humana unidimensional según la cual el hombre se reduce a lo que produce y lo que consume: se trata de una de las trampas más peligrosas de nuestro tiempo».
Francisco, dirigiéndose a los representantes del pueblo judío, subrayó «el vínculo espiritual tan especial» que tienen con los cristianos. Y, citando el decreto Nostra Aetate del Concilio Vaticano dijo: «La Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios». «Confío – continuó- que con la ayuda del Altísimo, proseguiremos provechosamente el diálogo fraterno que el Concilio deseaba y que, se ha realizado efectivamente, dando no pocos frutos especialmente durante las últimas décadas».
El Papa saludó después a los pertenecientes a otras tradiciones religiosas, en primer lugar a los musulmanes «que adoran al Dios, único viviente y misericordioso, y lo invocan en la oración». Y, dirigiéndose a todos los presentes exclamó: «Realmente aprecio vuestra presencia: veo en ella una nueva voluntad de crecer en la estima mutua y en la cooperación para el bien común de la humanidad».
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