Papa Francisco desde Corea: "El mundo está cansado de la guerra"

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El obispo de Roma a las autoridades de Seúl: la paz, en Corea y en cualquier otra parte, se puede conquistar y defender con «el paciente trabajo de la diplomacia» y no mediante «recíprocas recriminaciones y demostraciones de fuerza»

Papa Francisco llega a Seúl y en el primer discurso de su viaje por Corea del Sur invocó el «don de la paz» para una tierra «que ha sufrido largamente», en donde la «herencia nacional ha sido puesta a la prueba durante los años por la violencia, la persecución y la guerra». Habla frente a la presidenta Park Geyn-hye y a las autoridades civiles y militares de Corea del Sur, reunidos en la Blue House, el Palacio presidencial. Habló en inglés durante casi 15 minutos. Antes, en la conversación con la presidenta, el Papa pudo expresar que «en ocasión de cualquier coloquio, incluso breve, hay que usar la palabra “paz”». Y fue él en primer lugar quien usó esta palabra (y otras simples y directas), para reflexionar sobre los problemas pendientes de una nación cuya identidad ha sido dividida. Poco antes de la llegada a Seúl, el gobierno norcoreano de Pyongyang hizo nuevamente una demostración de fuerza con el disparo de tres misiles al mar de Japón. La presidenta Park Geun-hye, en la calurosa bienvenida a su huésped argentino, expresó sus aspiraciones a la reunificación de la península, pero evocó también la amenaza nuclear norcoreana.

«¡Muchas gracias por su acogida, que me ha hecho sentir en casa desde el primer momento!». En su primer discurso en Corea, en la ceremonia de bienvenida el Papa Francisco expresó su gran alegría por estar en “tierra de la mañana tranquila”, y descubrir no sólo la belleza natural del País, sino sobre todo de su gente, su riqueza histórica y cultural.

La vía que sugiere Papa Francisco va en la dirección opuesta con respecto a todos los cultores de conflictos permanentes, narrados incluso por quienes en ellos encuentran pretextos para afirmar su identidad. En el discurso, Francisco animó «los esfuerzos a favor de la reconciliación y de la estabilidad en la península coreana» que, según su opinión, «son la única vía segura para una paz duradera». Después, extendiendo el horizonte, el Sucesor de Pedro insistió en que en este mundo globalizado ninguno de los conflictos puede ser considerado marginal: «La búsqueda de la paz por parte de Corea», añadió, «es una causa que es particularmente importante para nosotros, porque influye la estabilidad de la entera región y de todo el mundo, cansado de la guerra». Para reestablecer y defender la paz, los instrumentos apropiados no son las demostraciones de fuerza o los frágilesequilibrios fundados en el terror, sino, más bien, «el paciente trabajo de la diplomacia» y el constante esfuerzo para «derribar los muros de la desconfianza y del odio». En su primer discurso en Extremo Oriente, Papa Francisco definió la diplomacia como «el arte de lo posible», que se basa en «la firme y perseverante convicción de que la paz puede ser alcanzada mediante el diálogo y la escucha atenta y discreta, en lugar de recíprocas recriminaciones, críticas inútiles y demostraciones de fuerza». Observaciones que valen también en otras latitudes del mundo.

«La paz –repitió el Papa citando al profeta Isaías– no es simplemente ausencia de la guerra, sino obra de la justicia. Y la justicia, como virtud, exige tenacidad y paciencia; no pide olvidar las injusticias del pasado, sino superarlas a trav’es del perdón, de la tolerancia y de la cooperación».

A la cúpula política de Corea del Sur, Papa Francisco dijo que la atención y el cuidado de los jóvenes y de los que tienen más desventajas en la sociedad son criterios clave para verificar la eficacia y la clarividencia de las políticas de desarrollo social: «Un pueblo grande y sabio no se limita a amar sus antiguas tradiciones, sino que da valor a los jóvenes, tratando de transmitirles la herencia del pasado y de aplicarla a los desafíos del tiempo presente». La celebración de la Jornada Asiática de la Juventud, que es el motivo de la visita del Papa, representa «una preciosa oportunidad ofrecida a todos nosotros para que escuchemos sus esperanzas y sus preocupaciones». Como cada encuentro juvenil, plantea reflexiones sobre «cuál tipo de sociedad nos estamos preparando a entregarles». Mientras el desarrollo desacelerado del país debe hacer las cuentas con problemas y preocupaciones comunes a otras sociedades avanzadas. Al respecto, sugirió el Papa, es importante «que la voz de cada miembro de la sociedad sea escuchada» y que «se dé especial atención a los pobres, a los que son vulnerables y a los que no tienen voz, no solo yendo al encuentro de sus necesidades, sino también para promover su crecimiento humano y espiritual». De esta manera, advirtió Francisco, «la democracia coreana seguirá reforzándose y esta nación demostrará si primacía en esa “globalización de la solidaridad” que es hoy particularmente necesaria».

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