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Papa en Santa Marta: La señal de que estamos entregados a Dios es la mirada feliz
"La plenitud de Dios es una plenitud anonadada en la Cruz."
El Papa recordó en Casa Santa Marta que Dios pide a los cristianos que lo entreguen todo, pero que Dios es siempre buen pagador, da el ciento por uno, pero no ahorra disgustos y persecuciones.
FRANCISCO
"¿Y cuál es el signo, cuál es la señal de que yo voy adelante en este dar todo y recibir todo? (...) Ojo contento, rostro feliz, alegría, ojo contento… El signo de que nosotros vamos por este camino del todo y nada, de la plenitud anonadada, es la alegría. Puso el ejemplo del santo chileno Alberto Hurtado, quien era feliz a pesar de las dificultades, porque confiaba en Dios".
TEXTO DE LA HOMILÍA EN ESPAÑOL
(Fuente: Radio Vaticano)
"No se puede servir a dos patrones, o servimos a Dios o a las riquezas. En los días que preceden a la Cuaresma, la Iglesia nos hace reflexionar sobre la relación entre Dios y las riquezas.
El joven rico, quería seguir al Señor, pero era tan rico que eligió las riquezas.
El comentario de Jesús asustaun poco a los discípulos: "Cuán difícil es que un rico entre en el Reino de los Cielos. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja”. Hoy el Evangelio de Marcos nos muestra a Pedro mientras pregunta al Señor qué será de ellos que han dejado todo. Parece casi que Pedro le estaba pasando la cuenta al Señor.
No sabía qué decir: ‘Sí, éste se ha ido, ¿pero nosotros?’. La respuesta de Jesús es clara: ‘Yo les digo: no hay nadie que haya dejado todo sin recibir todo’. ‘He aquí que nosotros hemos dejado todo’. ‘Recibirán todo’, con aquella medida desbordante con la que Dios da sus dones. ‘Recibirán todo. No hay nadie que haya dejado casa o hermanos, o hermanas, o madres, o padres, o hijos, o campos por mi causa o por causa del Evangelio, que no reciba ya ahora, en este tiempo, cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, campos, y la vida eterna en el tiempo que vendrá’. Todo. El Señor no sabe dar menos que todo. Cuando Él da algo, se da a sí mismo, que es todo.
Sin embargo, hay una palabra en este pasaje del Evangelio, que nos hace reflexionar: recibe ya ahora en este tiempo cien veces en casas y hermanos, junto a persecuciones.
Esto es entrar en otro modo de pensar, en otro modo de actuar. Jesús se da a sí mismo todo, porque la plenitud de Dios es una plenitud anonadada en la Cruz.
Éste es el don de Dios: la plenitud anonadada. Y éste es el estilo del cristiano: buscar la plenitud, recibir la plenitud anonadada y seguir por aquel camino. No es fácil, no es fácil esto. ¿Y cuál es el signo, cuál es la señal de que yo voy adelante en este dar todo y recibir todo? Lo hemos escuchado en la Primera Lectura: ‘Glorifica al Señor con ojo contento. En cada ofrenda muestra tu rostro feliz, con alegría consagra tu diezmo. Da al Altísimo según el don recibido de Él y con ojo contento según tu voluntad’. Ojo contento, rostro feliz, alegría, ojo contento… El signo de que nosotros vamos por este camino del todo y nada, de la plenitud anonadada, es la alegría.
En cambio al joven rico se le oscureció el rostro y se fue entristecido. No fue capaz de recibir, de acoger esta plenitud anonadada como los Santos o el mismo Pedro la acogieron. Y en medio de las pruebas, de las dificultades, tenían un rostro feliz, ojos contentos y alegría del corazón. Y éste es el signo.
(((El Papa concluyó su homilía recordando la figura del santo chileno Alberto Hurtado))).
Trabajaba siempre, dificultad tras dificultad, tras dificultad… Trabajaba por los pobres… Verdaderamente fue un hombre que trazó un camino en aquel país… La caridad para la asistencia a los pobres… Pero fue perseguido. Tantos sufrimientos. Pero él, cuando estaba precisamente allí, anonadado en la cruz, decía: ‘Contento, Señor, Contento’, ‘Feliz, Señor, feliz’. Que él nos enseñe a ir por este camino, que nos dé la gracia de ir por este camino, un poco difícil, del todo y nada, de la plenitud anonadada de Jesucristo, y decir siempre, sobre todo en las dificultades: ‘Contento, Señor, contento’.