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Papa en Santa Marta: "El ángel de la guarda escomo el embajador de Dios para cada persona"
"Recordemos cuán bueno es el Señor que precisamente después de haber perdido su amistad, no nos ha dejado solos, no nos ha abandonado”
El Papa Francisco pidió a los cristianos que lo escuchen con docilidad.
"Recordemos cuán bueno es el Señor que precisamente después de haber perdido su amistad, no nos ha dejado solos, no nos ha abandonado”
En su homilía en casa Santa Marta, el Papa Francisco explicó que Dios ha dado a cada persona un ángel que la acompaña. Por eso, pidió a los cristianos que lo escuchen con docilidad.
PAPA FRANCISCO
"Pidamos hoy al Señor la gracia de esta docilidad, de escuchar la voz de este compañero, de este embajador de Dios que está junto a nosotros en su nombre, y que estamos sostenidos por su ayuda. Siempre en camino… Y también en esta Misa, con la que alabamos al Señor, recordemos cuán bueno es el Señor que precisamente después de haber perdido su amistad, no nos ha dejado solos, no nos ha abandonado”.
Dijo que el ángel de la guarda es un amigo que no se ve pero que se siente. Aseguró que siempre protege y defiende del mal a la persona con la que va.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA (Fuente: Radio Vaticana)
"¡Está siempre con nosotros! Y ésta es una realidad. Es como un embajador de Dios con nosotros. Y el Señor nos aconseja: ‘¡Ten respeto de su presencia!’. Y cuando nosotros – por ejemplo – hacemos una maldad y pensamos que estamos solos: no, está él. Tener respeto de su presencia. Escuchar su voz, porque él nos aconseja. Cuando sentimos esa inspiración: ‘Pero has esto… esto es mejor… esto no se debe hacer…”. ¡Escucha! No te rebeles a él”.
"Sólo pide que lo escuchemos y lo respetemos. Sólo esto: respeto y escucha. Y este respeto y escucha a este compañero de camino se llama docilidad. El cristiano debe ser dócil al Espíritu Santo. La docilidad al Espíritu Santo comienza con esta docilidad a los consejos de este compañero de camino”.
"Pidamos hoy al Señor la gracia de esta docilidad, de escuchar la voz de este compañero, de este embajador de Dios que está junto a nosotros en su nombre, y que estamos sostenidos por su ayuda. Siempre en camino… Y también en esta Misa, con la que alabamos al Señor, recordemos cuán bueno es el Señor que precisamente después de haber perdido su amistad, no nos ha dejado solos, no nos ha abandonado”.