Pidió a los cristianos que no se apoderen de la Naturaleza sino que trabajen para preservarla.
"Cuando escuchamos que la gente hace reuniones para pensar en cómo cuidar la Creación, podemos decir: Pero no, ¡son los verdes! ¡No, no son los verdes! ¡Esto es cristiano! Es nuestra respuesta a la ‘primera Creación’ de Dios. Es nuestra responsabilidad. Un cristiano que no cuida la creación, que no la hace crecer, es un cristiano al que no le importan el trabajo de Dios, ese trabajo del amor de Dios para nosotros. Y esta es la primera respuesta a la primera creación: cuidar la Creación, hacerla crecer”.
Explicó además que Jesucristo, al hacerse hombre, llevó a cabo una segunda Creación ya que la primera fue arruinada por el pecado.
(Fuente: Radio Vaticana)
"Dios trabaja, continúa trabajando y nosotros podemos preguntarnos cómo debemos responder a esta creación de Dios, que nació del amor, porque Él trabaja por amor. A la ‘primera creación’ debemos responder con la responsabilidad que el Señor nos da: ‘La Tierra es vuestra, llévenla adelante, domínenla, háganla crecer’. También nosotros tenemos la responsabilidad de hacer crecer la Tierra, de hacer crecer la Creación, de custodiarla y hacerla crecer según sus leyes. Nosotros somos señores de la Creación, no dueños”.
"Cuando nosotros escuchamos que la gente hace reuniones para pensar en cómo custodiar la Creación, podemos decir: ‘pero no, ¡son los verdes!’. ¡No, no son los ‘verdes’! ¡Esto es cristiano! Es nuestra respuesta a la ‘primera creación de Dios. Es nuestra responsabilidad. Un cristiano que no custodia la Creación, que no la hace crecer, es un cristiano al cual no le importa el trabajo de Dios, aquel trabajo nacido del amor de Dios por nosotros. Y ésta es la primera respuesta a la primera Creación: custodiar la Creación, hacerla crecer”.
"Y los tres están involucrados en esta Creación, en esta re-creación, en esta perseverancia en la re-creación. Y a los tres respondemos: custodiar y hacer crecer la Creación, dejarnos reconciliar con Jesús, con Dios en Jesús, en Cristo, cada día, y no entristecer al Espíritu Santo, no echarlo: es el huésped de nuestro corazón, aquel que nos acompaña, nos hace crecer”.