De la vida de Orígenes tenemos gran abundancia de datos, debido especialmente, aunque no en exclusiva, al espacio que en su Historia eclesiástica le dedica Eusebio de Cesarea, quien pudo consultar un centenar de cartas suyas.
Orígenes, egipcio, probablemente alejandrino, era el hijo mayor de una familia ya cristiana y numerosa; nació hacia el año 185. Su padre, que se había cuidado de que recibiera una buena educación tanto en las ciencias sagradas como en las profanas, murió mártir en el año 202; Orígenes, deseoso de imitarle, seguramente habría seguido la misma suerte si su madre no hubiese escondido sus ropas, impidiendo así que saliera de casa. Sus bienes fueron confiscados, y Orígenes comenzó a trabajar como maestro para ayudar a la familia. Ya hemos dicho algo de su carrera docente; basta añadir que reunió a su alrededor a muchos discípulos tanto por el nivel de sus enseñanzas como por el ejemplo de su vida.
Su intensa labor docente no le impidió asistir a las lecciones de Ammonio Saccas, fundador del neoplatonismo y maestro de Plotino, ni el emprender varios viajes: a Roma, el 212, «para ver la antiquísima Iglesia de los romanos»; a la provincia romana de Arabia, cuyo gobernador deseaba escucharle, el 215; a Antioquía, a donde le había llamado la madre del emperador Alejandro Severo.
Hacia el 216, después de que Caracalla saqueara Alejandría, mandando cerrar las escuelas y persiguiendo a los maestros, marchó a Palestina. Allí, a petición de los obispos y a pesar de no ser sacerdote, predicó sermones y explicó las Escrituras; pero el obispo de Alejandría, Demetrio, protestó de que se permitiera predicar a un seglar y exigió que volviera a Alejandría, cosa que hizo prontamente a pesar de la resistencia de los obispos de Palestina.
Unos 15 años más tarde, los obispos de Jerusalén y de Cesarea lo ordenaron sacerdote, aprovechando que pasaba de viaje hacia Grecia para ir a refutar a algunos herejes por encargo de Demetrio; éste protestó, pues Orígenes, que en su juventud, interpretando literalmente un consejo de los evangelios (cfr Mt 19, 12), se había castrado, era por eso mismo inhábil para recibir el sacerdocio; y el 231, en sendas reuniones sinodales de Alejandría, fue excomulgado y depuesto del sacerdocio, excomunión que fue renovada por el obispo siguiente.
A partir de este momento, la vida de Orígenes se desarrolla en Cesarea de Palestina, donde, a petición del obispo, fundó una escuela de teología que dirigiría durante más de 20 años. De esta época sabemos que el 244 estuvo en Arabia, donde rescató de la herejía al obispo Berilo de Bostra; que sufrió gravemente bajo la persecución de Decio; y que murió en Tiro poco después, el año 253, a la edad de 69 años.
Orígenes siguió siendo motivo de polémica después de su muerte. Hubo disputas sobre sus escritos, las «controversias origenistas», más graves hacia los años 300, 400 y 550; estas controversias se cerraron con la condenación de algunas de sus doctrinas en el II concilio de Constantinopla, quinto de los ecuménicos, del 553, y es seguramente esta condenación la responsable de que hasta nosotros haya llegado una parte pequeña de sus obras y aun principalmente a través de traducciones latinas. Su producción literaria había sido considerable; la lista que había recogido Eusebio, y que se ha perdido, contenía unos dos mil títulos, y otros testimonios antiguos hablan de seis mil. Nosotros, a través de San Jerónimo, conocemos unos ochocientos.
La principal actividad literaria de Orígenes estuvo dedicada al estudio de la Biblia. Su obra más ambiciosa en la que nunca dejó de trabajar, estaba dirigida a establecer un texto crítico del Antiguo Testamento, sobre la versión de los Setenta. En seis columnas paralelas (de ahí el nombre de Exaplas) se recogían: el texto hebreo, primero en caracteres hebreos y luego, para precisar su pronunciación, en caracteres griegos; y después los textos griegos de los Setenta y de otras tres traducciones; en la columna de los Setenta se anotaba con diferentes símbolos las omisiones o adiciones respecto a los otros textos. En los libros que carecen de original hebreo, las columnas eran cuatro (Tetraplas) y en los Salmos se añadieron tres versiones más (Enneaplas). No parece que se hicieran nunca copias de esta obra monumental en su totalidad; se conservaba en la biblioteca de Cesarea de Palestina, donde la consultó San Jerónimo. Nos han llegado de ella sólo breves fragmentos, que en realidad casi sólo nos sirven para tener una idea general de la disposición de la obra.
a) Comentarios, que son trabajos de exégesis erudita; en ellos se combinan las notas textuales, filológicas, etimológicas e históricas, con consideraciones de tipo teológico y filosófico; en esos comentarios lo que más interesa al autor es el sentidomístico que su método alegórico le permite encontrar. Son 25 libros sobre el evangelio de San Mateo, de los que quedan 8 en griego y unos pocos más en traducciones; 32 libros sobre el evangelio de San Juan, de los que quedan 8; 15 libros sobre la epístola a los Romanos, de los que conocemos 10 por una traducción latina no muy de fiar. De los muy numerosos sobre el Antiguo Testamento queda sólo una parte del comentario sobre el Cantar de los Cantares. Se han perdido 13 libros sobre el Génesis, 46 sobre los Salmos,30 sobre Isaías, 5 sobre las Lamentaciones, 25 sobre Ezequiel, 25 sobre los profetas menores; y del Nuevo Testamento, 15 sobre San Juan, 5 sobre los Gálatas, 3 sobre los Efesios y otros sobre otras epístolas. De todo este material sólo nos queda una pequeña parte: de un total de 291 comentarios, se ha perdido la redacción original griega de 275, y no es mucho lo que nos ha llegado en latín;
b) las Homilías son sermones sobre algunos pasajes escogidos de la Biblia, destinados a la edificación del pueblo; Orígenes solía predicar dos veces por semana según algunos testimonios, y casi todos los días según otros. De las 574 homilías de las que tenemos noticia, poseemos 20 en su texto griego y 166 en traducciones latinas; de 388 se tiene poco más que el nombre. A pesar de ello, su interés es extraordinario;
c) finalmente, los Escolios, de los que ninguno nos ha llegado íntegro, eran breves explicaciones sobre textos que ofrecían dificultades.
Entre lo que podríamos llamar escritos dogmáticos figura en primer lugar la más importante de las obras de Orígenes, elPeri Arjón, «sobre los principios», que trata de los fundamentos de la doctrina cristiana. Escrita en Alejandría en la tercera década del siglo, es el primer manual de dogmática, único como tal en la historia de la Iglesia antigua. La redacción griega, con la excepción de algún fragmento, se ha perdido; pero tenemos completa una traducción latina libre, hecha siglo y medio más tarde por Rufino de Aquileia, quien suprimió los pasajes que se reputaban discutibles.
La obra está formada por cuatro libros. En el prólogo explica por qué hay que investigar con la razón las verdades de la fe y otras relacionadas con ellas: Cristo y los Apóstoles enseñaron lo más importante, el contenido de esta fe, pero dejaron a los que vendrían después la tarea de encontrar las razones que la apoyan, de averiguar cómo se relacionan unas verdades con otras o cuál puede ser el origen del alma humana o de los ángeles, y otras cosas así; en una palabra, Orígenes está definiendo el objeto de la teología. Luego, en el libro primero trata del mundo espiritual: de la unidad de Dios, de las tres personas divinas, de los ángeles, del alma humana. En el segundo trata del mundo material: el hombre es un espíritu caído, encerrado en la materia; el pecado original, la redención y la vida eterna completan el libro. En el tercero se habla de la lucha del alma con el cuerpo, y en el cuarto se resume lo anterior añadiendo algún tema nuevo.
Otra obra dogmática descubierta en 1941 es la Disputa con Heráclides. No se trata de un diálogo literario sino, hecho insólito en la época, de la versión auténtica de una disputa mantenida por Orígenes en una iglesia de Arabia hacia el 245, a petición de los obispos que estaban preocupados por las opiniones de Heráclides sobre la Trinidad; además de este tema se trata también de la inmortalidad del alma.
Se conservan dos obras de carácter ascético escritas por Orígenes. La más valiosa y mejorconocida es su tratado Sobre la oración compuesto a mediados de la década tercera del siglo. Trata de la oración en general y del padrenuestro en particular; es el primer estudio sistemático sobre el tema, y muestra la hondura de la vida interior de su autor.
La segunda versa Sobre el martirio, y fue escrita en Cesarea en el 235, al comienzo de una nueva persecución. Su esquema es más o menos éste: el tiempo de la tribulación es breve, y el premio será eterno; abandonar a Dios y adorar a los ídolos es un gran pecado; hemos de aceptar cualquier clase de martirio sin desfallecer, como Eleazar y como aquella madre y sus siete hijos de quienes nos habla el Libro Segundo de los Macabeos; no faltará la ayuda de Dios, pero hay que estar preparado. Una exposición que está de acuerdo con la vida de Orígenes, tanto en su juventud como en su vejez.
En cuanto a sus Cartas, hay que decir que de todas las que componían las cuatro colecciones que conoció San Jerónimo, en una de las cuales figuraban más de cien, nos han llegado sólo dos.
Finalmente hemos de mencionar una obra apologética, escrita Contra Celso hacia el 246, a petición de un amigo de Orígenes. El libro de Celso, al que ya nos hemos referido antes, había sido escrito en el año 178 y parece que no había causado una gran impresión entre sus contemporáneos, pero quizá ahora, mucho más tarde, sus razones envenenadas estaban causando daño. Orígenes refuta un argumento tras otro, copiando primeramente las palabras de Celso; si bien esta refutación no es muy brillante y en algunos puntos defrauda, debido quizá al empleo de este método, el vigor de sus convicciones y su serenidad acaban por cautivar.
MOLINÉ
Benedicto XVI presenta la figura de Orígenes