No cabía un alfiler en la playa de Copacabana. Al menos dos millones de peregrinos, desafiando al frío y al viento, recibieron al Papa Francisco quien presidió la Vigilia de oración, uno de los momentos más importantes de las JMJ.
Para comenzar la fiesta, los jóvenes escenificaron la construcción de una iglesia delante del Papa como metáfora de la comunidad que forman todos los cristianos. Después recordaron la figura de San Francisco de Asís. Tras esto, vino el momento de los testimonios y actuaciones. Al concluir, cada protagonista aportaba un elemento más a la iglesia que se edificaba en el escenario.
En su discurso, el Papa Francisco preguntó a los jóvenes qué tipo de cristiano son.
"¿Tengo en mi corazón la costumbre de jugar a dos puntas y quedar bien con Dios y quedar bien con el diablo?, ¿querés recibir la semilla de Jesús y, a la vez, regar las espinas y los yuyos que nacen en mi corazón? Cada uno en silencio se contesta."
El Papa aprovechó que se encuentra en Brasil, país futbolero por excelencia, para utilizar un símil deportivo. Con él, explicó a los jóvenes de todo el mundo, que también hay que entrenarse en la fe, como hacen los futbolistas. Y que la recompensa, aseguró, es mejor que ganar la Copa del Mundo. Les ofreció además la fórmula para seguir a Jesús.
"Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo. ¡Algo más grande que la Copa del Mundo! Nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz, y también un futuro con Él que no tendrá fin, la vida eterna. Estos son los entrenamientos para seguir a Jesús: la oración, los sacramentos y la ayuda a los demás, el servicio a los demás. ¿Lo repetimos todos juntos? Oración, sacramentos y ayuda alos demás. No se oyó bien. Otra vez. Oración, sacramentos y ayuda a los demás."
Francisco pidió a los jóvenes que sean constructores de futuro para ofrecer una respuesta cristiana a la realidad.
“A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro. Que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, ¡no balconeen la vida, métanse en ella. Jesús no se quedó en el balcón. Se metió. No balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús.”
A los miles de jóvenes presentes en Copacabana y a todos los que le escucharon a través de los medios de comunicación e internet, Francisco les dijo que sean artífices de una Iglesia en la que quepa toda la humanidad. Empleando la citadel Evangelio, les invitó a “ir y hacer discípulos en todas las naciones”.
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