En Sudán del Sur cuatro comunidades de religiosos y religiosas luchan por una población que se siente olvidada por el mundo.

 

"Muchas veces la gente nos dice: "Por favor acordaos que estamos ahí. No os olvidéis de que estamos”. Ni siquiera te piden comida o dinero, sino simplemente que te acuerdes de que están. Yo creo que ese es nuestro gran pecado: Olvidar a la gente que está ahí que no son números. Es gente”. 

 

La hermana Yudith ha visto con sus propios ojos el hambre crónica que padecen los sud sudaneses en un país con una inflación del 300 por cien sin casi agricultura ni desarrollo, todos los estómagos están vacíos.

 

"Hay gente que está aislada en zonas, sobre todo en época de lluvias, comiendo hierba porque no hay nada. La gente se muere de hambre de verdad, lo vemos. Todos los niños tienen hambre. La gente joven, todo el mundo está delgadísimo. Es una situación de una presión terrible”.

 

Con un estado colapsado y una guerra en la que se han cometido crímenes atroces, los muertos ya ni siquiera se contabilizan. El día a día es más que cruel.

 

"Nos llegó la noticia de que un policía se había suicidado porque como no tenía salario había visto morir de hambre a sus hijos. Estas historias son terribles pero están ahí”.

 

Sin embargo, no poner remedio a esta situación sería más cruel todavía. Para ello,religiosas como Yudith y Solidarity with South Sudan no cejan en su empeño por luchar por los sud sudaneses. Saben que la paz y el desarrollo son posibles y es lo que promueven con sus proyectos para los que toda ayuda es poca.