Juan Pablo II explicó que el sacerdote está llamado a una «sólida y tierna devoción a la Virgen María», que le lleve a proclamar, como San Maximiliano Kolbe, el enamorado Caballero de la Inmaculada: «Oh Inmaculada, Inmaculada, Inmaculada te pertenezco».
Este breve vídeo incluye testimonios de distintos sacerdotes. Todo ellos tratarán de hacernos entender que es inseparable el sacerdocio y María.
Pidamos a María que proteja y ayude a los sacerdotes, sus hijos predilectos, para que guíen al pueblo cristiano según el designio divino, y para que sus corazones sean cada vez más semejantes al de Cristo, único y eterno sacerdote.