La Cuaresma es un tiempo de conversión y el Papa insistió en que esta no sea superficial o transitoria. También recomendó pedir el "don de las lágrimas” recalcando que los hipócritas no lloran.
"Nos hará bien preguntarnos, "¿Lloro?, ¿el Papa llora?, ¿los cardenales lloran?, ¿los religiosos?, ¿los sacerdotes?, ¿el llanto está en nuestra oración?”
De acuerdo con la lectura del Evangelio, advirtió de la tentación de presumir después de rezar, ayunar o hacer limosna.
"Cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser queridos y admirados por esta buena acción, para sentir una satisfacción. Jesús nos invita a cumplir estas obras sin hacer ninguna ostentación y confiar únicamente en la recompensa del Padre”.
Impusieron al Papa la ceniza antes de que él la impusiera a los obispos y cardenales. Es un gesto que señala que los cristianos son criaturas limitadas, como explicó Francisco.
También subrayó la necesidad de estar dispuestos a dejarse perdonar por Dios para vivir una auténtica Cuaresma.
Junto a algunos miembros de la curia, también estuvieron presentes en la Misa diplomáticos y el presidente de Panamá con su familia.