“La Cuaresma es, en cierto modo, el espejo de toda la vida del cristiano. Como tal, es un espacio de entrenamiento y preparación, como un gimnasio. En cada contratiempo o dificultad, que puede hacernos caer en el desánimo, la Cuaresma nos recuerda que siempre podemos volver a empezar”.
En la presentación del mensaje, Alessandra Smerilli subrayó la invitación del Papa a no cansarse de hacer el bien, a pesar de las crisis en distintas partes del mundo.
ALESSANDRA SMERILLI Secretaria, Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral
“Los vientos de guerra, tras décadas de rearme sin criterio, con un gasto de armamentos cada vez mayor, y una pandemia que se ha llevado muchas vidas, ha agravado las desigualdades, ha puesto de manifiesto lo que no funciona en nuestros sistemas económicos y sociales, y nos ha obligado a plantearnos nuevas preguntas, pero no pueden hacernos perder la esperanza”.
Un ejemplo concreto de cómo afrontar pacientemente los retos y hacer el bien lo ofreció Massimo Mostioli, sacerdote italiano que atiende a una comunidad gitana. Vive en una caravana junto a ellos para ayudarles.
P. MASSIMO MOSTIOLI Diócesis de Pavía (Italia)
“Soy feliz con este servicio, quiero mucho a los gitanos y ellos también a mí. La posibilidad de llevarles la Palabra de Dios que salva y libera me da mucha alegría, a pesar de los fracasos, decepciones e incomprensiones”.
El mensaje de cuaresma del Papa propone la oración, el ayuno y la caridad activa como medios concretos para que cada persona siga haciendo el bien y no se desanime en los momentos difíciles.