«María: en esta Navidad 'enséñanos a ir contracorriente'» - Francisco

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Ante alrededor de 20 mil personas que llenaban la Plaza de España, el Papa invocó la protección de María contra el «contagio del mal»

El Papa en la Plaza de España

Ante alrededor de 20 mil personas que llenaban la Plaza de España, el Papa invocó la protección de María contra el «contagio del mal»

Francisco tuvo un verdadero diálogo con los enfermos durante la visita a la Plaza de España, para hacer un homenaje a la Virgen Inmaculada. Bergoglio, al final de la oración se detuvo para platicar con los enfermos que lo esperaban en la Plaza desde la mañana. Un beso, una caricia, una palabra de aliento. En cierto punto, surgieron de la multitud un niño y una niña que le dieron un beso. El Papa se inclinó para recibirlos. En la Plaza, que estaba repleta de personas, se verificó también el acostumbrado intercambio de solideos. «¿Te queda bien?», preguntó Bergoglio a un chico con el que intercambió la «papalina». Después, Francisco volvió al auto que utiliza para desplazarse en la ciudad de Roma. Lo primero que hizo cuando subió fue abrir la ventanilla para poder estar más cerca de los fieles. Al llegar a la fuente de la Barcaccia, alguien le regaló una rosa blanca.

Un día dedicado por completo a la Virgen. Por la mañana, el Pontífice rezó el Ángelus e invocó a la Virgen, recordando que «la salvación no se compra», como si fuera cualquier tipo de mercancía. «Que la potencia del amor de Dios, que te ha preservado del pecado original, por tu intercesión libere a la humanidad de cualquier esclavitud espiritual y material, y haga vencer, en los corazones y en los hechos, el plan de salvación de Dios. Haz que también en nosotros, tus hijos, la gracia prevalezca sobre el orgullo y que podamos volvernos misericordiosos como misericordioso es nuestro Padre celeste», rezó Francisco.

«Oh, María, Madre nuestra, hoy el pueblo de Dios en fiesta te venera Inmaculada, preservada para siempre del contagio del pecado. Recibe el homenaje que te ofrezco ennombre de la Iglesia que se encuentra en Roma y en todo el mundo», dijo en voz alta Francisco, que llegó a la columna de la Inmaculada para depositar una canasta de rosas blancas. Por la mañana, el Pontífice argentino visitó la Basílica de Santa María Mayor.

En compañía del sustituto de la Secretaría de Estado, Giovanni Angelo Becciu, y por el Prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein, el Papa fue acogido en la Basílica Liberiana por el arcipreste Santos Abril, mientras en la Plaza de España lo estaban esperando el alcalde de Roma Ignazio Marino, a quien abrazó, el presidente de la región Nicola Zingaretti, los cardenales Agostino Vallini, vicario de Roma, Fernando Filoni, Prefecto de Propaganda Fide, y Julián Herranz, presidente emérito del dicasterio para los textos legislativos, por los obispos auxiliares Matteo Zuppi y Lorenzo Leuzzi, y, sobre todo, por una multitud enorme que, según los cálculos llegó a alrededor de las 20 mil unidades.

Con la cabeza descubierta, el Papa recordó la verdad de fe que quiere María victoriosa sobre el pecado y sobre la muerte: «sobre ti el mal no tiene poder», dijo dirigiéndose a la estatua de la Virgen. Y subrayó que leso es justamente lo que «nos llena de alegría y de fortaleza en la lucha cotidiana que debemos hacer contra las amenazas del maligno». «Animados por esta esperanza -concluyó-, nosotros hoy invocamos tu materna protección para nosotros, para nuestras familias, para esta ciudad y para el mundo entero».

Francisco después saludó a todos los enfermos y discapacitados que se encontraban en el lugar, en primera fila. «Papa Francisco me animó y me dijo que rezará por mí y por Roma», dijo el alcalde de la capital italiana Ignazio Marino, después de haber intercambiado algunas palabras con el Santo Padre, al final de la ceremonia de la Inmaculada.

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