Los trabajos empezaron en 2013 y aún necesitan dos o tres años más. Se ha conseguido sellar el techo para evitar goteras, pero lo que está siendo espectacular es el trabajo sobre mosaicos y columnas
La Basílica de la Natividad de Belén es uno de los lugares de peregrinación más visitados de Tierra Santa. Edificada en torno al año 300 por iniciativa del emperador Constantino y de su madre Santa Elena, bajo su ábside dos escaleras conducen a la Gruta de la Natividad. En el siglo VI fue restaurada, elevándose un metro su pavimento y construyendo un nártex o atrio. Con el correr de los siglos, en torno a esa estructura se fueron construyendo un convento franciscano, un monasterio ortodoxo y uno armenio, razón por la cual las tres comunidades gestionan el templo, patrimonio de la Unesco desde 2012.
En una entrevista concedida a Tempi, Gianmarco Piacenti, presidente de Piacenti, la empresa italiana del mismo nombre encargada de la reconstrucción, con sede en Prato (Toscana), explica que son los últimos de una tradición empírico-científica, frente a la prevalencia actual de restauradores provenientes de escuelas. La fundó su bisabuelo en 1875 y Gianmarco la dirige desde 1994, en unos años que han sido de expansión e incluyen ahora un laboratorio de dos mil metros cuadrados.
En agosto de 2013 ganaron el concurso para restaurar la Basílica de la Natividad, y en septiembre comenzaron los trabajos. “Hemos tenido que afrontar muchas dificultades e imprevistos. El problema mayor fue la guerra de Gaza. Belén era segura, pero en algunos momentos algún misil pasó por encima de nuestra cabeza”, explica.
En los trabajos participan personas de diferentes confesiones religiosas, junto con consejeros de universidades italianas que habían participado en el proyecto: “Estamos viviendo una hermosa experiencia de colaboración. También es muy bonita la relación que se ha creado con las tres iglesias. Cuando acabamos el techo, llovió, y las tres iglesias se quedaron muy contentas al ver que no goteaba dentro”, un problema que ha durado decenios.
“Nos sentimos muy próximos a la gente”, añade sobre sus relaciones con la gente de Belén: “Nos sentimos en casa. Los jóvenes de mi empresa fueron invitados a participar en un torno de fútbol. Hemos entrado en la sociedad de Belén”.
Gianmarco Piacenti afirma que trabaja siete días a la semana. En cuanto a los trabajadores, trabajan seis días a la semana y alternan 50 días en Palestina con 10 en casa. Cuando salen de noche, lo hacen en Jerusalén, porque en Belén hay poco ambiente.
“El descubrimiento del ángel ha sido hasta ahora el hallazgo más significativo, y nos ha demostrado que todo el mundo mira la Basílica de la Natividad como un patrimonio universal. Nos hemos dado cuenta de que estamos trabajando en el centro de la Cristiandad”.
¿Cómo lo encontraron? “Vi el ángel en cuanto mi sobrina me planteó la duda, fue ella quien realizó la termografía de donde salió la figura. Con un pequeño escalpelo cayó el yeso y se desveló toda la belleza de las teselas escondidas. Fue el delirio. Era bellísimo”.
Según Piacenti, los trabajos concluirán en dos o tres años, según la financiación de la que dispongan. Hay aportaciones de Estados católicos, de bancos musulmanes, de cristianos de todo el mundo… El objetivo, explica, es restaurar las dos filas de columnas de la época de Justiniano, pero aún pueden aparecer muchas sorpresas, como trozos de madera que tal vez remiten a la época de Constantino, el sistema de arcos sobre el entablado o mosaicos del siglo IV bajo el pavimento, parte de los cuales se descubrieron en 1930.