Los mensajes más fuertes de Francisco durante la Semana Santa

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"Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los fundamentalismos y en el terrorismo de los seguidores de una religión que profanan el nombre de Dios y lo utilizan para justificar su inaudita violencia”

El Papa Francisco ha actualizado el drama de la Pasión de Jesús para afrontar dos grandes desafíos de la humanidad: la crisis de refugiados y la amenaza terrorista.

"Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los fundamentalismos y en el terrorismo de los seguidores de una religión que profanan el nombre de Dios y lo utilizan para justificar su inaudita violencia”
 
Durante la Semana Santa, el Papa Francisco ha actualizado el drama de la Pasión de Jesús para afrontar dos grandes desafíos de la humanidad: la crisis de refugiados y la amenaza terrorista. 
 
El Domingo de Ramos, al hilo de las humillaciones físicas y morales que sufrió Jesús, lamentó que también hoy naciones de inspiración cristiana humillan a muchos refugiados
 
FRANCISCO
"Jesús experimenta en su propia piel también la indiferencia, pues nadie quiere asumirse la responsabilidad de su destino. Pienso ahora en tanta gente, en tantos inmigrantes, en tantos prófugos, en tantos refugiados, en aquellos de los cuales muchos no quieren asumirse la responsabilidad de su destino”.
 
El martes 22 de marzo, tres atentados terroristas en Bruselas, en el corazón de Europa, dejaron 28 víctimas mortales y más de un centenar de heridos. 
 
Durante la audiencia general del miércoles, el Papa rezó por todos los afectados, y también por los terroristas. 
 
FRANCISCO
"Pidan al Señor en esta Semana Santa que conforte los corazones afligidos y que convierta los corazones de estas personas cegadas por el fundamentalismo cruel”.
 
El Jueves Santo, el Papa se arrodilló ante 12 refugiados y refugiadas. Entre ellos había católicos, pero también musulmanes y un hindú. Francisco se arrodilló ante su dolor y ante su miedo de ser expulsados de Europa.
 
FRANCISCO
"Hace tres días, un gesto de guerra, de destrucción, en una ciudad de Europa. De gente que no quiere vivir en paz. Pero detrás de ese gesto, como detrás de Judas, había otros. Detras de Judas estaban los que han entregado el dinero para que Jesús fuera entregado. Detrás de ese gesto están los fabricantes de armas que quieren sangre y no paz, que quieren la guerra y no la fraternidad”. 
 
"Somos diferentes, tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos, y queremos vivir en paz”. 
 
En la ceremonia había casi 900 emigrantes forzados y refugiados que han atravesado el Mediterráneo en pateras en busca de una vida mejor. Por eso, antes de irse, el Papa los saludó uno a uno. Un gesto que quizá nadie había tenido con ellos desde que escaparon de sus casas. 
 
El vienes, a última hora, el Papa rezó el Vía Crucis junto al Coliseo de Roma. Allí leyó una conmovedora oración sobre las cruces de nuestro tiempo, entre ellas, el terrorismo fundamentalista. 
 
FRANCISCO
"Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo alzada en nuestras hermanas y hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados por las bárbaras espadas y el silencio infame. Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los fundamentalismos y en el terrorismo de los seguidores de una religión que profanan el nombre de Dios y lo utilizan para justificar su inaudita violencia”.
 
El Sábado Santo, durante la Vigilia Pascual en San Pedro, el Papa fue más allá y recordó que con la Resurrección de Jesús, los católicos creen que el mal no tiene nunca la última palabra. 
 
FRANCISCO
"Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida”.
 
Y en la bendición Urbi et Orbi del Domingo de Resurrección, recordó a Europa que por desgracia el terrorismo es una herida mucho más grave fuera de sus fronteras
 
FRANCISCO
"...los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún, Costa de Marfil e Irak”. 
 
Fue uno de los eventos de la Semana Santa con más peregrinos, a pesar del miedo que se había extendido por Roma por la supuesta amenaza terrorista.
 
Una prueba también de que el miedo no tiene la última palabra.
 

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