De hecho, el dictador comunista Enver Hoxha, en 1968, convirtió Albania en el primero y, hasta ahora, único país oficialmente ateo del planeta. El gobierno se propuso eliminar toda manifestación exterior de la fe sin detenerse ante nada.
Tras abolir todos los cultos religiosos, en Albania se destruyeron iglesias y mezquitas, mientras que a otras se les dieron los más diversos usos. Incluso se llegaron a prohibir los nombres cristianos, aunque los niños se llamaban en la escuela por el nombre secular y en casa por el de bautismo.
En noviembre de 2016 fueron beatificados 38 mártires católicos asesinados por el feroz régimen comunista. Los 38 beatos –dos arzobispos, 21 sacerdotes, 7 franciscanos, 3 jesuitas, 4 laicos y un seminarista– fueron asesinados entre los años 1945 y 1974, y no todos eran albaneses, sino que dos procedían de Alemania y uno de Italia. Forman parte de los alrededor de 130 sacerdotes católicos que fueron ejecutados o murieron tras ser torturados en las cárceles comunistas albanesas hasta 1991 acusados de ser “espías” del Vaticano.
Durante la ceremonia, el cardenal Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, explicó cómo muchos, ante la “tormenta de humillaciones y de sangre se preguntaban dónde estaba Dios. Pero fueron los propios mártires los que respondieron que el Señor estaba con ellos”.
Ahora nos llega este valioso libro que nos explica la vida y vicisitudes de todos aquellos beatos y de algunos otros que sufrieron por la fe en aquellas tierras. Los primeros cristianos hacían circular por el Imperio romano las Actas y las Pasiones de sus mártires. Era una forma excelente de edificar la Iglesia. Lo mismo quieren hacer estas páginas. El hermoso testimonio de fortaleza y de perdón de los mártires es suelo fecundo de vida y de santidad.