El prelado confirmó a la sede italiana de la fundación pontificia que se han cerrado algunas escuelas cristianas de la mano de la Federación democrática del Norte de Siria, región autónoma del norte y nordeste de Siria, no oficialmente reconocida por parte del gobierno sirio y conducida por una coalición dominada por el partido kurdo de la Unión Democrática.
“Desde el comienzo del año, la administración local ha tomado posesión de un centenar de escuelas estatales, en las que ha impuesto su propio plan de estudios y sus propios libros de texto. Los funcionarios kurdos que nos habían asegurado que no se acercarían a las escuelas privadas -muchas de las cuales son cristianas-, pero no sólo se han acercado a nosotros, sino que también han cerraron sus puertas”. La razón oficial del cierre de las escuelas cristianas en las ciudades de Qamishli, Darbasiyah y Malikiyah, es que estas instituciones se han negado a cumplir con el programa impuesto por las autoridades regionales. “No quieren que se enseñe en sirio antiguo, el idioma de la Iglesia, y no quieren que enseñemos la historia, porque prefieren inculcar su versión de la historia a los estudiantes”.
Monseñor Hindo no oculta su preocupación por el probable cierre de otras escuelas cristianas -hay seis más en Hassaké-, ni tampoco por el grave daño que el programa escolar “kurdo”, diferente del sirio oficial, causará a los estudiantes. “Le dije a un funcionario kurdo que así toda una generación será penalizada porque no podrá acceder a niveles más altos de educación. Él respondió que están dispuestos a sacrificar incluso seis o siete generaciones para difundir su ideología”.
Este asunto es una confirmación del intento de “kurdizar” la zona, un plan que según Monseñor Hindo también prevé echar a la comunidad cristiana local. “Estamos advirtiendo desde el año 2015 de este peligro. Quieren sacar a los cristianos para aumentar su presencia. Hasta la fecha, los kurdos representan solo el 20% de la población, pero tienen la gobernación de más de la mitad de la zona únicamente gracias al apoyo occidental “.
A través de ACN, el prelado lanza un llamamiento a la comunidad internacional y en particular a las naciones europeas: “Nos causa mucho dolor el cierre de nuestras escuelas. Desde 1932 la Iglesia administra estas instituciones y nunca nos hubiéramos imaginado que podrían ser cerradas. Occidente no puede permanecer en silencio. Si sois verdaderamente cristianos, debéis tomar cartas en el asunto y evitar nuevas violaciones de nuestros derechos y las amenazas a nuestra presencia en la región”.