La organización Open Doors, que se define como «servidora de cristianos perseguidos por todo el mundo», ha elaborado una lista con los 50 países del mundo donde los cristianos están más perseguidos, y de ellos, 7 se llevan la palma.
La revolución del Isis en Iraq y la guerra civil en Siria, con talibanes y yihadistas tratando de imponer la «sharía» en las zonas que quedan bajo su control, ha complicado todavía más la supervivencia de los cristianos en esa parte del mundo. Pero no son los únicos. En Sudán, Mariam Ishaq fue condenada a muerte por mantener su fe y no convertirse al Islam. Son ejemplos de un fenómeno que se extiende por el mundo dejando tras de sí nuevos mártires.
La organización Open Doors, que se define como «servidora de cristianos perseguidos por todo el mundo», ha elaborado una lista con los 50 países del mundo donde los cristianos están más perseguidos, y de ellos, 7 se llevan la palma.
Corea del Norte encabeza por decimosegundo año consecutivo este ignominioso inventario. Es el país donde la persecución es más extrema. Kim Jong-Un no permite la libertad de religión y mucho menos el cristianismo. Allí los fieles sufren una insoportable presión por la que están obligados a vivir su fe de manera oculta, incluso ante sus seres más cercanos, por miedo a acabar en los campos de trabajo forzado.
Según «Open Doors», cualquier cristiano que sea descubierto practicando su fe puede ser arrestado, torturado e incluso ejecutado en público.
Además, a tenor de los datos recopilados por esta asociación, entre 50.000 y 70.000 cristianos han pasado por los campos de «reeducación»..
El extremismo islámico es el culpable de la persecución de cristianos en Somalia. En un país con más de diez millones de habitantes, apenas unos cuantos de cientos de ellos son católicos. Los observadores de esta asociación han reportado cómo estos pequeños grupos que todavía sobreviven en el país se han convertido en el objetivo de los líderes islámicos del país, que han declarado que Somalia no es un sitio para aquellos que no sean musulmanes.
Más de un millón de cristianos viven en Siria, un país que ha visto cómo cada año que se prolongaba la guerra civil entre partidarios y opositores de Al Assad la convivencia entre distintas religiones se hacía más difícil.
El año pasado ni siquiera estaba en el top diez de este ranking –puesto número once– y sin embargo el recrudecimiento de las batallas y la mayor presencia en la oposición de los radicales de Al Qaida han puesto en riesgo la vida de los cristianos.
La revolución del Isis en Iraq –que se ha hecho con el control de varias localidades del norte del país– ha complicado aún más la vida de los cristianos en el convulso país.
Los datos recogidos sobre el terreno por esta asociación aseguran que dos de cada tres días un cristiano es asesinado, secuestrado o castigado por mantener su religión.
Además, los graves enfrentamientos del último mes han complicado las cosas allí donde estaban mejor: en la zona kurda. Esta región semiautónoma, donde los cristianos tenían menos dificultades, ha visto cómo sus habitantes están sufriendo las consecuencias de los avances islamistas.
En Afganistán no solo existe el riesgo del islamismo radical; también están los enfrentamientos tribales, que dejan a los cristianos en medio de luchas en los que acaban siendo las víctimas.
Los miles de cristianos que viven en este país tienen el problema de que son vistos como miembros de una religiónoccidental. Algo que, en un país donde el radicalismo gana peso cada día, hace que su perspectiva de futuro sea cada vez más negro.
Pese a que la situación económica y la estabilidad de Arabia Saudí no se puede comparar con los países árabes vistos antes, lo cierto es que la situación aquí no es mucho mejor. De hecho, el año anterior Arabia Saudí era el segundo país más complicado para los cristianos, solo por detrás de Corea del Norte.
En Arabia Saudí está prohibida la práctica de cualquier otra religión que no sea el Islam y cualquiera que la abandone puede ser condenado a muerte. Un ejemplo: en 2013 dos cristianos fueron detenidos y condenados a un centenar de latigazos por proselitismo. Hoy permanecen en prisión.
Bajo la apariencia paradisiaca de sus playas, el presidente Abdulla Yameen mantiene un régimen que persigue y castiga a los pocos cristianos que siguen viviendo en la isla.
En las Islas Maldivas ser ciudadano del país es equivalente a ser musulmán. Por eso «oficialmente» no existen cristianos. El gobierno se ha erigido como protector del Islam, promulgando leyes que impiden la conversión a otras religiones y la construcción de iglesias.