Dos mil años de historia, cimientos eclesiales, epicentro de fe, lección permanente de vida para toda persona: son algunas claves para comprender la importancia de la necrópolis vaticana, explica el presidente del organismo encargado de su restauración y conservación -la Fábrica de San Pedro (FSP)--, el cardenal Angelo Comastri.
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Presidente de la Fábrica de San Pedro y arcipreste de la basílica vaticana CIUDAD DEL VATICANO , viernes, 6 junio 2008 (ZENIT.org).- Dos mil años de historia, cimientos eclesiales, epicentro de fe, lección permanente de vida para toda persona: son algunas claves para comprender la importancia de la necrópolis vaticana, explica el presidente del organismo encargado de su restauración y conservación -la Fábrica de San Pedro (FSP)--, el cardenal Angelo Comastri. En efecto, es posible redescubrir las raíces más significativas y profundas de la basílica de San Pedro y de la Iglesia de Roma recorriendo el antiguo camino de tierra que conduce a la tumba del príncipe de los apóstoles y que atraviesa una necrópolis romana situada bajo el pavimento de las grutas vaticanas, en correspondencia con la nave central de la basílica. Este descubrimiento se realizó en los primeros años del pontificado de Pío XII; la investigación arqueológica de entonces fue una empresa sin precedentes que permitió acceder, bajo el altar mayor de la basílica, a la tumba de Pedro. Sobre ella se habían ido erigiendo, sucesivamente, extraordinarios monumentos como testimonio elocuente y tangible de dos mil años de devoción e historia en torno a la humilde sepultura del primer Papa, explica la FSP. De toda la necrópolis, el mausoleo de los Valerios es el sepulcro mayor y más lujoso. Construido poco después de la mitad del siglo II, desde el pasado 19 de mayo se puede admirar en toda su belleza gracias a los diez meses precedentes de restauración. La iniciativa se ha completado gracias al apoyo de la Fundación Pro Musica e Arte Sacra. El mausoleo de los Valerios está en el centro del recorrido de visita que conduce a la sepultura de Pedro. Se trata de una tumba romana exclusiva por su decoración con estuco, vivos colores de superficie y frescos a imitación de mármol polícromo, entre otros muchos detalles. Medios de prensa internacional han podido contemplar -a distancia de restaurador-- esta obra de arte de extraordinario valor, al descubierto gracias a una labor altamente especializada en este ambiente e instrumentos como micro taladros, bisturís y láser. El paso al mausoleo -del todo visible-- se protege con un cristal especial para no alterar su delicado equilibrio microclimático, constantemente controlado por un sistema computerizado de alta precisión.
Petros eni Tras la presentación de esta restauración, en conversación informal con algunos medios, el cardenal Comastri subrayó la importancia de la necrópolis vaticana: "Debemos hacer entender a todos que la basílica no se yergue aquí por capricho, sino porque tiene debajo una historia que ha sido conservada, tutelada con extremo escrúpulo, y es la historia del apóstol Pedro". "Pedro vino a Roma; aquí encontró el martirio durante la persecución de Nerón; después fue recogido por los cristianos, porque la ley romana permitía recuperar los cuerpos de los condenados a fin de darles sepultura -añadió el purpurado, también arcipreste de la basílica vaticana--; Pedro fue traído al punto donde actualmente se eleva el altar papal, allí fue enterrado y podemos decir que desde hace dos mil años ese emplazamiento es la justificación de la presencia del obispo de Roma junto a la tumba de Pedro, esto es, del Papa". De hecho "podemos casi tocar con la mano la tumba donde los primeros cristianos de Roma depositaron el cuerpo del apóstol Pedro" --subraya--; se ve "con extrema claridad, alrededor del lugar de la sepultura de Pedro, toda una serie de testimonios de devoción" hacia el apóstol en ese preciso punto, por ejemplo, la inscripción más célebre, en griego: Petros eni ("Aquí está Pedro") Ininterrumpidamente, la Fábrica de San Pedro lleva a cabo las tareas de restauración, conservación y valoración de la necrópolis vaticana. En el recorrido, se exige al visitante el decoro propio de un lugar sacro. Para el cardenal Angelo Comastri, la visita a una necrópolis "es una lección de vida y de civilización", y en esto "tenemos mucho que aprender de quienes nos precedieron", considerando que actualmente la sociedad tiende a suprimir el pensamiento de la muerte. "Un pueblo que cancela el pensamiento de la muerte es un pueblo pobre en valores, porque la muerte forma parte de la vida, es inseparable --reflexiona--. Los pueblos antiguos respetaban a los difuntos, y en esto con seguridad eran más civilizados"; "jamás violarían una tumba, cosa que en cambio hoy sucede y es signo de enfermedad de la civilización". El mausoleo de los Valerios ahora subraya el valor de todo este recorrido, pues no se puede olvidar que la sepultura de Pedro está dentro de una necrópolis. "Reconquistar toda esa zona, logrando que todos puedan admirarla en su belleza, nos permite reconstruir los primeros siglos y trasladarnos exactamente al corazón de la sepultura petrina haciendo un camino en el tiempo", evoca el purpurado italiano. En las grutas vaticanas, descender pocos escalones significa un paso de 1.600 años, hasta el 320, "cuando los arquitectos de Constantino enterraron esa parte"; "si se continúa andando, vamos al siglo II", se hace "un itinerario en el que el cristianismo todavía estaba en el inicio, como una explosión, pero siendo aún una pequeña realidad", y después "sellega al siglo I, al tiempo de Nerón", desgrana. Y admite: "Al ver la tumba de Pedro en la tierra, uno se pregunta: ¿cómo logró sobrevivir el cristianismo, perseguido desde el principio por un emperador poderosos y agresivo como Nerón? Allí se vuelven a escuchar -para mí ha sido así- las palabras de Jesús: ‘Tú eres Pedro, y sobre esta piedra Yo edificaré mi Iglesia'. Jesús es la garantía; y añade: ‘Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella' ".
Los primeros cristianos se fiaron de esta Palabra, a pesar de las persecuciones. "Después de 2000 años nos decimos: merecía la pena fiarse", subraya el cardenal Comastri; "la garantía va más allá de nuestras personas, porque es como si Jesús nos dijera: ‘Sobre vuestra fragilidad soy Yo quien construye'". La única limitación de visitas a la necrópolis vaticana viene del reducido espacio y de las delicadas condiciones del lugar. Con todo, se consigue permitir la entrada de más de cincuenta mil personas al año, previa reserva. Datos de contacto: UFFICIO SCAVI, Fabbrica di San Pietro, 00120 Città del Vaticano; Tel. +39 066988.5318 ; Fax +39 06 6987.3017 ; e-mail: scavi@fsp.va . Por Marta Lago
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