"Los Mitos sobre la Iglesia primitiva"
SEGUNDO MITO
"LAS MUJERES ESTABAN DISCRIMINADAS ENTRE LOS PRIMEROS CRISTIANOS"
RESPUESTA: Es falso, porque llevaban a cabo una importante labor apostólica y su fe es destacada por San Pablo e incluso por autores paganos.
Esta acusación no se sostiene si uno se fija, por ejemplo, en las numerosas menciones que San Pablo hace en sus cartas a diversas mujeres (citando incluso sus nombres) para destacar sus esfuerzos en la labor de predicación del Evangelio o agradecerles algún servicio prestado a él o a la comunidad: Claudia, Cloe, Apfia, Evodia, Síntique,Ninfas...
De hecho, el propio Benedicto XVI quiso cerrar su ciclo de catequesis sobre los testigos del cristianismo naciente con una audiencia dedicada a "las mujeres al servicio del Evangelio" (14 de febrero de 2007).
Al ser preguntado por la cuestión del papel de la mujer en el cristianismo primitivo, el profesor Domingo Ramos-Lissón explica lo siguiente:
"Se puede decir que el trabajo apostólico de las mujeres en la Antigüedad cristiana tuvo una importancia extraordinaria. Un índice de la relevancia que tuvieron es la crítica que manifestaron por este motivo algunos paganos ilustres, como Plinio, Celso y Porfirio, que hacen un derroche de ironía contra el cristianismo, al reconocer la rápida profusión de conversiones entre las mujeres.
Desde los orígenes cristianos, la mujer desempeña un papel insustituible en la difusión evangélica. Un ejemplo, podía ser el de Priscila, que evangeliza a Apolo, según nos narra S. Lucas (Hch 18, 26). Clemente de Alejandría describe el papel de estas cristianas, que ayudaban a los primeros Apóstoles y que son las únicas que pueden entrar en los gineceos, servir de intermediarias y llevar a esas estancias la doctrina liberadora del Señor (Stromata, III, 6, 53).
En la literatura apócrifa cristiana encontramos los Hechos de Pablo y Tecla, que son una especie de novela histórica del siglo II, cuyo anónimo autor narra el protagonismo de Tecla y la presenta como la evangelista del Apóstol entre las mujeres. Los ejemplos podrían multiplicarse".
Además, el número de mujeres santas, mártires y vírgenes, de los primeros siglos es impresionante: las santas Felicidad y Perpetua, Santa Inés, Santa Águeda, Santa Lucía, Santa Cecilia... Todo ello sin olvidar a tantas mujeres desconocidas, como el caso de muchas viudas, que desde los tiempos apostólicos formaban un «orden» y atendían a ministerios con mujeres.