Las JMJ, un año después

Francisco J. Pérez-Latre

Este verano nos movemos entre el recuerdo de las inolvidables JMJ de Madrid en el 2011 y la expectación ante las que se celebrarán en Río en 2013.

Las Jornadas Mundiales de las Juventud fueron otra idea genial de Juan Pablo II. Del 16 al 21 de agosto de 2011 el mundo estuvo pendiente de Madrid, con audiencias masivas en las calles y en las pantallas de los medios: una fiesta global con un millón de invitados, repleta de colorido, entusiasmo juvenil, fotos e imágenes excelentes.
El “valor mediático” del Papa recibió impulso durante el pontificado de Juan Pablo II. Los medios se hicieron eco de sus multitudinarios eventos, con audiencias fuera del alcance de los líderes políticos, estrellas de la música o el cine.

Benedicto XVI está también en portada de ediciones digitales e impresas, y abre programas de noticias en televisión. Es interlocutor imprescindible, y se busca su opinión en los debates. A la vez, es altamente controvertido (y eso es interesante desde el punto de vista de la comunicación). Al Papa le siguen muchos, y muchos le critican, pero ya nadie le puede ignorar.
La religión es fuente de “best sellers” literarios (basta pensar en los libros de Juan Pablo II y Benedicto XVI, como han descubierto las grandes editoriales, desde Planeta a Random House); programas de televisión con audiencias millonarias; vídeos de circulación masiva en YouTube; cuentas de Twitter con miles de seguidores; películas con éxito en taquilla. El “mercado de la religión” es un mercado de “heavy users”, que despierta gran interés. Eventos como las Jornada Mundiales de la Juventud tienen seguimiento masivo y demanda y cobertura asegurada en los medios, en una época en que la atención es un bien escaso y precario. Hubo 4.700 periodistas acreditados.
Además de su efecto transformador en miles de personas, las Jornadas Mundiales de la Juventud pusieron de nuevo a la religión y a Benedicto XVI en el candelero: los medios están de enhorabuena. Para los medios no hay nada mejor que una gran historia. Las JMJ lo son.

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