Siguiendo la oleada de los constantes llamados de Papa Francisco, las estructuras eclesiásticas y los fieles se preparan para recibirlos.
Siguiendo la oleada de los constantes llamados de Papa Francisco, las estructuras eclesiásticas y los fieles se preparan para recibirlos. Además los obispos y las Cáritas se han comprometido con decisión en el debate público sobre el derecho de asilo, sobre Europa y sobre los principios cristianos y de humanidad que deben orientar los comportamientos y las decisiones de los gobiernos.
Una respuesta global por parte de la Unión Europea, la acogida, el derecho de asilo: se está organizando alrededor de estas palabras clave la movilización de la Iglesia europea frente a la oleada de refugiados y migrantes que han llegado desde el Medio Oriente y África a las fronteras del viejo continente en las últimas semanas. Por ahora, los obispos, diferentes asociaciones, las Cáritas y las Conferencias Episcopales han seguido dos vías: por una parte, la participación activa en el debate público, a menudo espinoso, sobre los temas de la acogida y del respeto de los derechos humanos, de la ayuda a los más pobres; por otra, la disponibilidad práctica, operativa, para alojar a cientos, miles de refugiados y ofrecerles también asistencia en las fronteras, siempre que sea posible.
Ha suscitado esta movilización, naturalmente, el Papa, quien desde finales de agosto, frente a las noticias de la muerte de los 71 prófugos encontrados en un camión que viajaba por la autopista entre Viena y Budapest, habló (durante el Ángelus del pasado 30 de agosto) de «crímenes que ofenden a la humanidad». Desde hace algunas semanas, el cambio de enfoque alemán sobre la materia (sobre todo la disponibilidad que manifestó el gobierno de Angela Merkel de recibir a 800 mil sirios en fuga de un conflicto que dura desde hace 5 años) inauguró un nuevo periodo en el debate sobre la crisis en curso y también, por primera vez, deja ver una mayor conscientización en toda la Unión Europea.
Hace algunos días, el cardenal Rainer Woelki, arzobispo de Colonia y Presidente de la Comisión Cáritas de la Conferencia Episcopal de Alemania, al final de un viaje a Kosovo y Albania, afirmó que «todos tenemos responsabilidades, en particular por las personas que están en necesidades y que huyen. El derecho de asilo es un derecho fundamental y un derecho individual, prescindiendo de la raza, la religión o el color de la piel. Los que piden asilo que provienen de los Balcanes occidentales tienen el derecho de permanecer, con base en un análisis justo, imparcial e individual».
También los obispos españoles y la Cáritas portuguesa, piden un cambio a todo el viejo continente, y todos los episcopados europeos se están moviendo en sintonía.
En Italia, después del gran esfuerzo que han tenido que hacer en Sicilia y el sur del país frente a la llegada incesante de pateras y de gente (en esta obra han sobresalido las diócesis del sur, empezando por la de Agrigento, de la que depende la isla de Lampedusa, y otras más), ahora también se están comprometiendo las grandes diócesis del norte de Italia.
El arzobispo de Turín, mons. Cesare Nosiglia, ha agitado las aguas con esta petición neta: «Pido, en particular, que los moderadores y referentes territoriales de la Cáritas, San Vincenzo y otras realidades comprometidas en ámbito social, promuevan en cada unidad pastoral uno o más lugares de acogida temporal, capaces de hospedar a5 personas cada uno, buscando la disponibilidad de las parroquias, de los institutos religiosos, de las casas de reposo y de otras estructuras eclesiales en el territorio. Que las comunidades estén involucradas en esta iniciativa, que se sientan responsables y que ofrezcan su apoyo». Nosiglia recibió las críticas de algunos exponentes del partido de la Liga del Norte, quienes insisten en dar prioridad a los pobres italianos. «La gran mayoría de todo nuestro empeño –respondió el arzobispo– se dirige hacia nuestra población. No se trata de elegir entre italianos o extranjeros. Los pobres son pobres».
También es importante el compromiso que ha desplegado la diócesis de Milán, mediante la Cáritas ambrosiana y en sintonía con las instituciones locales. Recientemente se han puesto a disposición 130 sitios para prófugos y migrantes en seis diferentes inmuebles; un número que se suma a los 781 ya disponibles, por un total que supera los 900 sitios para prófugos. «Los proyectos de acogida –excplicó en un comunicado la diócesis– durarán 24 meses, salvo la posibilidad de una prórroga en caso de voluntad acordada de todas las partes o de interrumpir antes del plazo la experiencia por haber satisfecho las necesidades. Según esta propuesta, las parroquias pondrán a disposición los espacios e involucrarán a los fieles y a los habitantes del barrio en algunas actividades de voluntariado a favor de los huéspedes, para crear un clima de amistad y de diálogo». Es decir: acogida e integración, con una mirada que abarca mucho más que la dramática emergencia de estas semanas.
El cardenal Cristoph Schönborn, arzobispo de Viena, una de las capitales más involucradas en la crisis de los últimos días (la capital austriaca se encuentra en la ruta balcánica que siguen los flujos de los prófugos), declaró que en las próximas semanas la Iglesia se organizará para hospitar en las propias estructuras a alrededor de mil refugiados. «Es un escándalo –dijo el cardenal ante los micrófonos de Tv2000– que en la Comunidad Europea haya países que hacen lo que es humanamente obligatorio y otros que no lo hacen. Por ello espero que haya un despertar europeo». Con referencia a la muerte de los 71 migrantes que fallecieron dentro de un camión y a la oración y al recogimiento posteriores en la catedral de Viena, el arzobispo observó: «Este trágico evento fue un shock, un susto terrible para mucha gente. Se vio que la catedral estaba llena de personas, a pesar de que fuera un día de trabajo, y estaba presente casi todo el gobierno».
Los obispos suizos, por su parte, afirmaron que «la Iglesia católica sigue intensificando su acción a favor de los migrantes y refugiados». Los religiosos subrayaron el papel que ha desempeñado la Cáritas y precisaron: «La solidaridad debe ir más allá de las fronteras nacionales y europeas, porque Europa no es la que lleva el fardo más pesado de la tragedia de los refugiados», refiriéndose a los países que colindan con las zonas de conflicto en los que hay millones de prófugos, empezando por Turquía y Líbano.
En Bélgica, la Cáritas ya recibió la disponibilidad de 250 dueños de viviendas para recibir refugiados, y de esta manera se puso en marcha una cadena de solidaridad que permitirá que la Cáritas actúe con mayor respiro en todo el país y en diferentes ciudades.
La Conferencia de los obispos franceses, mediante una intervención de monseñor Renauld de Dinechin, obispo auxiliar de París y responsable de la pastoral para los migrantes de la Iglesia gala, después de haber recordado el discurso que en noviembre de 2014 Francisco dirigió a los parlamentarios europeos de Estrasburgo (en el que afirmó que la Unión Europea debía ofrecer «ayuda y acogida» a los migrantes que llegan a las fronteras del continente), indicó que «esta movilización debe darse en todos los niveles de nuestra sociedad, a nivel nacional,a nivel local y a nivel individual». Los obispos franceses se dirigieron después a «todos los católicos y a los hombres de buena voluntad» para animarlos a abris sus corazones a estos hermanos, par aque su viaje sea «hacia una vida mejor» y que ya no «los conduzca a la muerte».