Su Santidad el Papa entregó el pasado domingo a los prelados de las Iglesias orientales, durante la misa celebrada poco antes de concluir su viaje pastoral a Chipre, el llamado “Instrumentum laboris” o el documento que recoge todas las iniciativas en torno al próximo Sínodo especial de los Obispos dedicado a los problemas del Cercano Oriente.
Benedicto XVI en Nicosia |
El documento de trabajo para este próximo Sínodo que se desarrollará en Roma del 10 al 24 de octubre próximo, es el producto de un proceso de consultas que se realizó a finales del año pasado cuando se envió el documento denominado Lineamenta a las Iglesias Orientales, a las Conferencias Episcopales, a los dicasterios de la Curia Romana, a la Unión de Superiores Generales y a muchos grupos eclesiales. El documento entregado por el Papa consta de cuarenta páginas, fue publicado en árabe, francés, inglés e italiano, y servirá como base para las reflexiones durante el Sínodo. En días pasados Mons. Fuad Tual, Patriarca Latino de Jerusalén, declaró en una entrevista que al recibir el documento de trabajo sereunirán nuevamente con las comunidades para discutir sus contenidos y llevar contribuciones concretas para el Sínodo.
Está articulado este importante documento en tres capítulos, con una introducción y una conclusión y aborda las temáticas centrales de la vida eclesial, social, política y económica de las comunidades cristianas en el Oriente Medio. Los objetivos del próximo sínodo están planteados en la introducción y son, en primer lugar, confirmar y fortalecer a los cristianos en su identidad mediante la Palabra de Dios y los Sacramentos y, en segundo, reavivar la comunión eclesial entre las Iglesias de derecho, para que puedan ofrecer un testimonio de vida cristiana auténtica, alegre y atractiva. El lema escogido para el Sínodo es “La Iglesia Católica en Oriente Medio: Comunión y testimonio. ‘La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma’”.
Resumen del documento de trabajo
Por su indudable interés ofrecemos una síntesis, no oficial, de este documento que distribuyó la Santa Sede a la prensa el pasado sábado.
En el Prefacio, el secretario general del Sínodo de los Obispos, el arzobispo Nikola Eterović, subraya que “la situación actual de Oriente Medio es en no pocos aspectos similar a la vivida por la primitiva comunidad cristiana en Tierra Santa” en medio de dificultades y persecuciones. “Los primeros cristianos actuaban en situaciones muy adversas. Encontraban oposición y enemistad de los poderes religiosos del propio pueblo… su patria estaba ocupada, inserta dentro del potente imperio romano”. A pesar de ello “proclamaban íntegra la Palabra de Dios”, incluyendo el amor a los enemigos, llegando a testimoniar “con el martirio la fidelidad al Señor de la vida”.
En la Introducción se recuerda que Benedicto XVI quiso personalmente anunciar este acontecimiento el 19 de septiembre de 2009, acogiendo así “la petición de numerosos hermanos en el episcopado, que frente a la delicada situación eclesial y social actual” habían propuesto la convocatoria de una asamblea sinodal. Dos son los objetivos principales del Sínodo: ante todo, el de “confirmar y reforzar a los cristianos en su identidad mediante la Palabra de Dios y los Sacramentos”; en segundo lugar, el de “reavivar la comunión eclesial entre las Iglesias sui iuris, para que puedan ofrecer un testimonio de vida cristiana auténtica, gozosa y atrayente”. Se subrayan también con fuerza el compromiso ecuménico y el diálogo con judíos y musulmanes “por el bien de toda la sociedad” y para que “la religión, sobre todo la de cuantos profesan a un único Dios” se convierta “cada vez más en motivo de paz”.
Jerusalén en el origen de todas las Iglesias del mundo
El Primer capítulo trata sobre la Iglesia católica el Oriente Medio recordando que todas las Iglesias del mundo “se remontan a la Iglesia de Jerusalén”. Se afirma que las divisiones entre los cristianos (Concilios de Éfeso y Calcedonia, en el siglo quinto, y separación de Roma y Constantinopla, en el siglo undécimo) se debieron, sobre todo, a “motivos político-culturales”. Con todo, “el Espíritu opera en todas las Iglesias para acercarlas y hacer caer los obstáculos a la unidad visible querida por Cristo”. En Oriente Medio, la única Iglesia católica está presente en varias Tradiciones, en diversas Iglesias orientales católicas sui iuris. Además de la Iglesia de tradición latina, hay seis Iglesias patriarcales, cada una con su rico patrimonio espiritual, teológico, litúrgico y que el documento considera una riqueza para la Iglesia universal. Se recuerda que las Iglesias de Oriente Medio son de origen apostólico y que “sería una pérdida para la Iglesia universal si el Cristianismo se debilitase o desapareciese precisamente allí donde nació”, por lo cual existe la “grave responsabilidad” de “mantener la fe cristiana en estas tierras santas”.
Por desgracia, se comprueba que el “empuje evangélico parece a menudo frenado y la llama del Espíritu parece haberse debilitado” al extremo de que si la Iglesia no trabaja por las vocaciones, está destinada a desaparecer. La crisis de las vocaciones se debe a varias causas: emigración de las familias, disminución de los nacimientos, un ambiente cada vez más contrario a los valores evangélicos. Además “la falta de unidad entre los miembros del clero” constituye “un anti-testimonio” mientras que “la formación humana y espiritual de sacerdotes, religiosos y religiosas quizás deja bastante que desear”. También la vida contemplativa, pilar de toda consagración verdadera … está ausente en la mayor parte de las congregaciones.
Los cristianos, llamados a promover la laicidad positiva
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Se afirma, por tanto, que los cristianos, a pesar de su “número exiguo”, “pertenecen a título pleno al tejido social y a la propia identidad” de estos países. Su desaparición representaría una pérdida para el pluralismo de Oriente Medio . Los católicos están llamados a promover el concepto de “laicidad positiva” del Estado para “aliviar el carácter teocrático del gobierno” y permitir “más igualdad entre los ciudadanos de religiones diferentes, favoreciendo así la promoción de una democracia sana, positivamente laica, que reconozca plenamente el papel de la religión, también en la vida pública, en el pleno respeto de la distinción entre los órdenes religioso y temporal”.
Los cristianos deben ser minorías activas, sin replegarse sobre sí mismos. Por ello, la Iglesia anima a formar familias numerosas y promueve la educación, “que sigue siendo la mayor inversión”: las escuelas y universidades católicas acogen a miles de personas de todas las religiones, así como los centros hospitalarios y los servicios sociales. Con todo, las Iglesias y las escuelas católicas “podrían ayudar más a los menos afortunados”. Es de hecho “sobre todo gracias a las actividades caritativas dirigidas no sólo a los cristianos, sino también a los musulmanes y a los judíos, que la acción de las … Iglesias a favor del bien común es particularmente tangible”. Hay también una “llamada a la transparencia en la gestión del dinero de la Iglesia, sobre todo por parte de los sacerdotes y de los obispos, para distinguir lo que se dapara uso personal de lo que pertenece a la Iglesia".
La comunidad eclesial en Oriente Medio
El Segundo capítulo está dedicado a la comunión eclesial. El documento constata que los fieles de Oriente Medio “son conscientes del hecho que la comunión cristiana tiene como fundamento el modelo de la vida divina en el misterio de la Santísima Trinidad. Dios es amor (cf. 1 Jn 4, 8), y las relaciones entre las personas divinas son relaciones de amor”. Así es necesario que, en el seno de cada Iglesia, cada miembro viva “la comunión misma de la Santísima Trinidad. La vida de la Iglesia y de las Iglesias de Oriente debe ser comunión de vida en el amor, sobre el modelo de la unión del Hijo con el Padre y el Espíritu. Cada uno es miembro del Cuerpo cuya cabeza es Cristo”. “Esta comunión en el seno de la Iglesia católica – se lee en el texto – se manifiesta mediante dos signos principales: el bautismo y la Eucaristía en la comunión con el Obispo de Roma, Sucesor de Pedro.
“Para promover la unidad en la diversidad, es necesario superar el confesionalismo en lo que puede tener de limitado o exagerado, animar el espíritu de cooperación entre las diversas comunidades, coordinar la actividad pastoral y estimular la emulación espiritual y no la rivalidad”. “La comunión entre los distintos miembros de una misma Iglesia o Patriarcado sucede según el modelo de la comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma. A nivel de la Iglesia Patriarcal, la comunión se expresa mediante el sínodo que reúne a los obispos de toda una comunidad en torno al Patriarca, Padre y cabeza de su Iglesia. A nivel de la eparquía/diócesis, es en torno al obispo donde se da la comunión del clero, de los religiosos y de las religiosas, como también de los laicos”.
Los cristianos son invitados a sentirse “miembros de la Iglesia católica en Oriente Medio, y no solo miembros de una Iglesia particular”. Los ministros de Cristo y los consagrados están llamados a “ser modelo y ejemplo para los demás … muchos fieles auguran, por su parte, una mayor sencillez de vida, un desapego real en relación con el dinero y las comodidades del mundo, una práctica edificante de la castidad y una pureza de costumbres transparente” (58). “El Sínodo debe animar a los fieles a asumir mayormente su papel de bautizados promoviendo iniciativas pastorales, especialmente en lo que respecta al compromiso social, en comunión con los pastores de la Iglesia” (60).
El testimonio cristiano
El Tercer capítulo reafirma, ante todo, la importancia de la catequesis para conocer y transmitir la fe, eliminando “el desapego a la verdad creída y a la vida vivida”. A este propósito se enumeran algunos métodos de catequesis. En lo que respecta a la liturgia el documento recoge el deseo de muchos por “un esfuerzo de renovación, que, aun permaneciendo firmemente arraigado en la tradición, tenga en cuenta la sensibilidad moderna y las necesidades espirituales y pastorales actuales”. El aspecto más relevante de la renovación litúrgica llevado a cabo hasta ahora, consiste en la traducción en lengua vernácula, principalmente en árabe, de los textos litúrgicos”.
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Se reafirma la urgencia del ecumenismo, superando prejuicios y desconfianzas a través del diálogo y la colaboración: a propósito de esto “contribuirá, también, la celebración de los sacramentos de la confesión, de la Eucaristía, de la unción de los enfermos en una Iglesia distinta de la propia, en los casos previstos por los ordenamientos canónicos”. “Dos signos son de particular importancia: la unificación de las fiestas cristianas (Navidad y Pascua) y la gestión común de los lugares de Tierra Santa … en el amor y en el respeto mutuo”. Se condena decididamente el proselitismo que usa medios no conformes al Evangelio.
La preocupación no impide la esperanza
En la Conclusión, el documento muestra “la preocupación por las dificultades del momento presente, pero, al mismo tiempo, la esperanza, fundada sobre la fe cristiana”. “La historia – se lee – ha hecho que nosconvirtiésemos en un pequeño rebaño. Pero nosotros, con nuestra conducta, podemos volver a ser una presencia que cuenta. Desde hace décadas, la falta de resolución del conflicto palestino-israelí, la falta de respeto del derecho internacional y de los derechos humanos, y el egoísmo de las grandes potencias han desestabilizado el equilibrio de la región e impuesto a las poblaciones una violencia que corre el riesgo de abocarlas a la desesperación. La consecuencia de todo esto es la emigración, especialmente de los cristianos.
Frente a este desafío y apoyado por la comunidad cristiana universal, el cristiano de Oriente Medio está llamado a aceptar su propia vocación, al servicio de la sociedad”. La invitación a los creyentes es que “sean testigos, conscientes de que dar testimonio de la verdad puede llevar a ser perseguidos”. A los cristianos del Oriente Medio – concluye el Instrumentum Laboris – se puede repetir aún hoy: ‘No temas, pequeño rebaño’ (Lc 12, 32), tienes una misión, de ti dependerá el crecimiento de tu país y la vitalidad de tu Iglesia, y esto sucederá sólo con la paz, la justicia y la igualdad de todos sus ciudadanos.