Rodolfo Proietti fue el médico de Juan Pablo II. Fue el encargado de dirigir la operación que le salvó la vida después del atentado en 1981 y sus dos últimas estancias en el hospital Gemelli en el año 2005.
"¿Por qué se salvó del atentado? ¿Por nosotros los médicos o por otros medios? Esto no lo sabré nunca. Lo que sí destaco es que Juan Pablo II recuperó casi perfectamente su forma física. Recuerdo que siempre nos decía a los médicos: me fío de vuestra competencia y de la Divina providencia, o sea, que se fiaba, pero con reservas”.
Dice que lo más difícil era tratar a Juan Pablo II como a cualquier otro paciente. Si ser el médico de un Papa conlleva presión, más todavía en el caso de Juan Pablo II.
"Porque él quería saber exactamente todo. El por qué, el cómo, por qué de esa manera y quería tener la última palabra. Era así. Y al final era él quien decidía si sí o no”.
Rodolfo Proietti explica que una de las decisiones más difíciles de tomar fue la de practicarle la traqueotomía.
"El otorrino le dijo: 'Mire, Santidad. Que es una pequeña intervención'. Y él le respondió: 'Lo es para usted que la hace pero no para mí que la sufro'. Y nos preguntó si podría volver a hablar... Puede que no le hayamos dicho exactamente la verdad. FLASH Con la traqueotomía se puede hablar pero allí el problema era distinto. Fue una intervención paliativa porque al final no tenía fuerzas para hablar”.
Rodolfo Proietti dice que para todo su equipo médico, Juan Pablo II fue todo un ejemplo de fuerza de voluntad y determinación. Para él su voz era un instrumento de trabajo fundamental porque le permitía comunicar su misión y salir al encuentro de los demás. Un objetivo que cumplió hasta el último momento, hasta quedarse sin ella.
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