«La Stampa» organizó un fórum en el que participaron Gian Maria Zaccone, director científico del Museo de la Síndone y autor del libro “La Síndone. Historia de una imagen” (Ediciones Paulinas), y Andrea Nicolotti, del Departamento de Estudios Históricos de la Universidad de Turín, autor del libro “Síndone. Historia y leyendas de una reliquia controvertida” (Einaudi).
Ambos participarán en el congreso “La Síndone. Historias, prácticas, imágenes de una reliquia dinástica”, organizado por la Universidad de Turín y la Reggia de Venaria (del 5 al 7 de mayo)
Zaccone: Es una sábana de lino de 441 cm de largo por 113 de ancho, cuya importancia deriva del hecho de que contiene la imagen doble del cadáver de un hombre que presenta características propias que hacen pensar en la narración evangélica de la Pasión de Cristo. Entonces, antes que nada es una imagen y tal vez también una reliquia, si se acepta que haya podido envolver el cuerpo de Jesús. Pero, mientras el primer aspecto es innegable y objetivo, el segundo impone una aceptación crítica y subjetiva de los elementos a favor de la tradición que indica que fue la sábana funeraria de Jesús.
Nicolotti: Para mí, la definición de reliquia no está forzosamente relacionada con su autenticidad. Existen reliquias que se convirtieron en ellas porque estuvieron en contacto con objetos sacros, o reliquias que se siguen considerando tales aunque se sepa que no son auténticas.
Zaccone: Sí, pero es cierto que, teniendo en cuenta la tradición que considera la Síndone como la sábana funeraria de Cristo, forma parte de las reliquias en sentido estricto. En cambio, es ambiguo el término de autenticidad, porque se presta a muchas interpretaciones. Yo creo que es más correcto, en el ámbito de la investigación, plantearse el problema del origen de este “objeto”. Tengamos en cuenta que, según una interpretación que puede ser compartida, la reliquia en su materialidad es un objeto neutro, cuyo valor está vinculado al significado y a la devoción que la comunidad de los fieles proyecta sobre ella. Es por ello que prefiero concentrar la investigación en la historia de devoción hacia esta Sábana que representa, en mi opinión y bajo este aspecto, un pequeño pero no insignificante signo que la Providencia puso en el camino de los hombres para meditar sobre el misterio de la Encarnación, independientemente del problema de la autenticidad.
Nicolotti: Claro, la fortuna de una reliquia depende mucho de la devoción que suscita y, añadiría, del apoyo eclesiástico que recibe, y que puede cambiar con el tiempo. La misma Síndone, que hoy vive un momento de gran fortuna, en ciertos momentos corrió el riesgo de quedar relegada en una sacristía, o peor.
Zaccone: La línea oficial de la Iglesia, indicada por los Pontífices, desde Pablo VI hasta Francisco (y que ha seguido la pastoral turinesa particularmente desde la Ostensión de 1998) es muy clara al distinguir el significado pastoral, eclesial y espiritual de la Síndone de la cuestión de la autenticidad. Se trata de hacer entender que el sentido de la Síndone y de su Ostensión están relacionados con su significado independientemente de la discusión sobre su origen.
Nicolotti: La Iglesia en los discursos oficiales usa cierta cautela, pero en la práctica (libros, televisión, catequesis, conferencias) favorece la propaganda sobre su autenticidad y no la contraria. Esto crea mucha ambigüedad.
Nicolotti: Es fundamental. Estudiando la Síndone, he trabajado como lo habría hecho con cualquier otro objeto de estudio. Inmediatamente me di cuenta de que la mayor parte del material historiográfico existente no tenía los requisitos mínimos de rigor científico, y que la sindonología no tenía casi ningún contacto con la investigación histórica “oficial”. Son dos mundos que se ignoran recíprocamente: por una parte, la Síndone raramente es tomada en consideración y a veces es considerada un objeto de interés modesto, en cuanto “artefacto” medieval; en cambio, por otra, se multiplican las publicaciones que tratan de reunir pruebas de su autenticidad. Me pareció que había que volver a hacer casi todo, empezando con reunir y examinar todas las fuentes. Espero que en el futuro pueda nacer un debate entre los especialistas que tenga nel deseo y las competencias para afrontar el tema, partiendo de presupuestos metodológicos reconocidos como válidos por todos. No tengo nada en contra de la Síndone; en cambio, tengo muchas críticas contra la sindonología, que considero una especie de “pseudociencia” (como la astrología o los estudios sobre los ovnis) que continuamente propone anuncios extraordinarios y presuntos grandes descubrimientos, que nunca tienen que ver con el objeto, que desgraciadamente es imposible analizar.
Zaccone: Estoy de acuerdo con el hecho de que hay que abrir un debate, y esto que estamos haciendo hoy me parece un ejemplo. Creo que la investigación, no solo histórica, tiene mucho que decir todavía, siempre y cuando, como dijo San Juan Pablo, sea hecha con imparcialidad y sin prejuicios. Comparto todo lo que afirma el prof Cardini: el enfrentamiento entre autenticistas y anti-autenticistas se ha vuelto patético. Desde este punto de vista me siento muy libre, porque (a pesar de tener una convicción al respecto) no considero que sea esencial, aunque sí interesante a nivel intelectual, la cuestión de la autenticidad.
Nicolotti: No, esta no es una pregunta para un historiador. No es mi labor decir qué tendría que hacer la Iglesia. Por lo que me concierne, considero tan aplastantes las pruebas del origen medieval, que no logro comprender cómo se puede sostener lo contrario, si no desde el punto de vista devocional o afectino, y no racional.
Zaccone: Estoy de acuerdo en que es necesario hacer un análisis profundo histórico, pero debemos privilegiar el estudio del objeto para obtener las respuestas que buscamos relacionadas con el origen de la Síndone. Considero que la investigación históricaes muy importante en muchos aspectos, pero no fundamental para la cuestión de la autenticidad. La Iglesia, según lo que dije antes, hace lo que históricamente siempre ha hecho y sigue haciendo: proponer esa imagen enseñando a ir al corazón de lo que representa, según la enseñanza de que, mediante la representación, se rinde honor y culto al representado.
Nicolotti: Desde el punto de vista histórico es necesario llevar a cabo una limpieza de todas las falsas noticias y leyendas sobre la Síndone que han tenido propaganda como si fueran verdaderas. Un estudio científico serio sería deseable. Empecemos por algunos elementos ciertos. Los primeros testimonios históricos son medievales. En esa época ni siquiera los que poseían la Síndone afirmaban su autenticidad: la llamaban «figura o representación». El tejido (según mis conclusiones, a las que ya habían llegado algunos historiadores del arte textil, a quienes nadi eescuchó) es, tecnológicamente, de origen medieval. Doce fechaciones con radiocarbono, de 1988 y de tres laboratorios diferentes, la definieron medieval. Y luego hay otros indicios, como el hecho de que nadie en la historia, durante 13 siglos, desde el sepulcro de Jesús hasta la Edad Media, hubiera hablado de esta Síndone; y cuando el obispo de Troyes y el Papa hablaron de ella por primera vez dijeron que era un fraude. Entonces, concluyo que es altamente improbable que este objeto sea de la época de Jesús. A esto hay que añadir que la imagen de la Síndone no puede haberse formado al contacto con un cadaver sin la intervención de un artífice, y las manchas de “sangre” no son realistas. Se esfuerzan por poner en duda estas evidencias, pero sin eficacia, creo. Por el contrario, si quisiéramos privilegiar el aspecto devocional, entonces que ya no se hable de autenticidad. Pero la pregunta siempre vuelve a florecer, yo no puedo eludirla. Que el problema no es secundario lo indica el hecho de que la sindonología está constantemente empeñada en el intento de deslegitimar los resultados de los estudios que no están a favor de la autenticidad, arquitectando complicadísimas explicaciones alternativas o recurriendo al argumento del milagro. Siempre rechaza los argumentos en contra y tiende a citar investigaciones favorables a la autenticidad (pólenes, inscripciones, monedas) sin tomar en cuenta cuando son rechazadas por la comunidad científica. Al mismo tiempo, desde hace décadas los estudiosos no pueden acceder a la Síndone, e incluso se ha prohibido trabajar con fotografías en alta definición. Una situación francamente inaceptable.
Zaccone: No creo que haya que considerar clausurada la cuestión del origen de la Síndone. No estoy diciendo que sea auténtica al 100 %, solo digo que no se puede deshechar así simplemente una serie de elementos cuanto menos dudosos, como, por ejemplo, la formación de la imagen, que todavía hoy, a pesar de todos los estudios teóricos y experimentales efectuados, sigue sin explicación, pues nadie ha logrado producir una igual. Y también porque los problemas relacionados con la fechación con radiocarbono ya habían sido expuestos en la literatura relacionada con otras dataciones, además de la de la Síndone. Además, creo que he aclarado en varias ocasiones que los documentos, en particular los medievales, pueden ser interpretados más articuladamente y no necesariamente en sentido negativo. Y quisiera que se dejara de creer que cualquier investigador (aunque sea objetivamente valioso) que comenzara a pensar que la Síndone pudiera ser auténtica se vuelve poco fiable, cuando no objeto de escarnio. No debe haber una ciencia que estudie la Síndone, sino científicos que la estudien, según sus especializaciones. No me parece correcto que un físico nuclear se ocupe de historia y viceversa.