La "revolución del servicio" desde la JMJ de Panamá

JMJ de Panamá

Panamá es un lugar clave para la nueva evangelización en y desde Centroamérica. Su papel de comunicación, gracias al canal, entre los dos océanos Atlántico y Pacífico y su liderazgo en el crecimiento económico de Latinoamérica hacen de este país un lugar estratégico, para que llegue el mensaje de Francisco a los jóvenes del mundo.

La JMJ de Panamá cuenta con el primer papa americano, más precisamente latinoamericano y de habla española. Sin duda este hecho –que el papa comparta el habla hispana con las gentes que lo acogen– hará especialmente significativo este encuentro con los jóvenes. La cultura de estos países posee una gran riqueza de valores, también desde el punto de vista cristiano.

Una inmensa mayoría de sus gentes se reconocen católicos y la religiosidad popular tiene ahí fuentes profundas. Su carácter propio y su amor a la vida conectan plenamente con la sensibilidad de Francisco. Recordemos que la vida es el tema principal del Documento de Aparecida (2007), que recoge la última reunión del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) y cuya redacción fue coordinada por el que hoy es papa.

Francisco confía en los jóvenes y en su capacidad para impulsar grandes transformaciones. Y ello, a pesar de que en muchos sitios son víctimas de la “cultura del descarte” y de la “globalización de la indiferencia”. Para transformar el mundo en que habitan y disponerlo a servir a la persona y no a someterla al servicio del que quiere y puede aprovecharse de ellas, los jóvenes necesitan ser acompañados y promovidos humana y espiritualmente. 

Recorrer el istmo de los jóvenes

Durante su visita a Colombia el año pasado, con referencia a la JMJ de 2019 y utlizando la metáfora del istmo, el papa declaró:

“Estoy seguro que en todos los jóvenes se esconde un istmo; en el corazón de todos nuestros chicos hay un pequeño y alargado pedazo de terreno que se puede recorrer para conducirlos a un futuro que solo Dios conoce, y a Él le pertenece. […] Nos toca a nosotros presentarles nuevas propuestas para despertar en ellos el coraje de arriesgarse, junto a Dios, y hacerlos, como la Virgen, disponibles”.

En Madrid (2011), el lema fue “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”. En Río de Janeiro (2013), “Id y haced discípulos a todos los pueblos”. En Cracovia (2016), “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Cabe preguntarse por el papel que va a jugar el lema de este año y cómo debe interpretarse.

En su videomensaje a los jóvenes para la Jornada de Panamá, el papa pone como ejemplo a María, por su diálogo con Dios y su actitud de escucha. El lema de la JMJ de 2019 es la respuesta de la Virgen María: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Esto quiere decir que su “sí” valiente y generoso es ejemplo para “salir de uno mismo” y “ponerse al servicio de los demás”.


La fuerza de los jóvenes es su generosidad

Francisco subraya que el deseo de muchos jóvenes de “ayudar a otros”, de “hacer algo por los que sufren”, es la “fuerza de los jóvenes”, capaz de cambiar las cosas y “desbaratar los grandes poderes de este mundo: la revolución del servicio”.

De esta manera se fortalece la propia identidad de cristianos y se puede descubrir la vocación, la propuesta que Dios tiene para cada uno. Siempre hay que considerar que “las propuestas de Dios son para hacer que nuestra vida fructifique y haga brotar muchas sonrisas y alegre muchos corazones”.

Por otra parte, es la primera vez que se organiza una pre-Jornada de la JMJ, específicamente para jóvenes de los pueblos indígenas a nivel mundial. En otro videomensaje posterior de Francisco a los jóvenes indígenas (18-I-2019) explica que la finalidad de esta reunión es “reflexionar y celebrar su fe en Jesucristo desde la riqueza milenaria de sus propias culturas originarias”.

Se trata de que los jóvenes puedan fortalecer algunas importantes actitudes: el agradecimiento por la historia de sus pueblos; la valentía para afrontar los desafíos que supone mejorar el mundo que nos rodea, hacerlo más equitativo y humano; el compromiso de proteger la Tierra, nuestra Casa Común.

De esta forma, el papa confía en que los jóvenes puedan reaccionar contra la cultura del descarte y del olvido de las raíces, llevando esas raíces al futuro. Y por eso les propone: “Volver a las culturas del origen. Hacerse cargo de las raíces, porque de las raíces viene la fuerza que los va a hacer crecer, florecer y fructificar”.

Así, en continuidad con las JMJ anteriores, la de Panamá proyecta a los jóvenes hacia la construcción de una humanidad con futuro. “Donde está Dios hay futuro”, ha dicho el papa hoy emérito Benedicto XVI. Pero no solo deben movilizarse los jóvenes, sino también todos nosotros –particularmente en el campo educativo–, para suscitar y acompañar su compromiso.

 

iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com

 

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